Hola todos



Os doy la bienvenida a este nuevo blog, que sólo pretende ofrecer relatos de calidad a los lectores y alguna que otra cosa que irá surgiendo.



Espero que lo disfruteis, y agradezo de antemano a todos vuestros comentarios y participación. Saludos



26 de abril de 2012

La locura de mi tía

El rollo con mi tía empezó un día de cena familiar en una casa de campo: Era invierno y estábamos cenando toda la familia; Yo me excusé un momento para ir al lavabo, y como no me encontraba muy bien decidí ir al lavabo del piso de arriba para evitar ruidos embarazosos. Como el lavabo de abajo quedaba libre, pasé de echar el cerrojo.

Me paré un momento en el espejo, y en el momento en que me dirigía a la taza a orinar, oí a alguien que picaba suavemente a la puerta y súbitamente la abría: era mí tía. Yo la miré extrañado, pues no sabía qué hacía ahí. No estaba especialmente ruborizado, ya que aún ni siquiera me había bajado la cremallera.

Iba a preguntarle qué quería cuando sin decir una palabra se me echó encima y me empezó a dar un morreo tratando de abrirse paso con la lengua al interior de mi boca.. no pasó mucho rato antes de que le siguiera el juego y no sólo su lengua explorara mi boca, sino que la mía también explorara la suya.
Al cabo de un rato nos soltamos, y ella me miró.

“Venías a mear, ¿no?”

Yo titubeé “eerr… sí”

“Venga que yo te la aguanto”

Me indicó que me pusiera ante la taza y allí me bajó la cremallera y me sacó la polla, aguantándomela para que meara.

“Venga, ya puedes empezar”

Me costó un poco al principio, pero al poco rato el chorro de orina salió. Ella seguía aguantándome el rabo mientras miraba el chorro caer pero poco después, aún agarrándomela, se acuclilló quedando al lado de mi miembro y del chorro de orina. Entonces alzó la mano libre justo por encima de la taza y la colocó justo por debajo del chorro, con lo que la orina caía directamente sobre su mano. Así, agachada, agarrándome la polla con una mano y llenándose la otra con mi orina, se inclinó hacia delante y bebió de la orina que había recogido, lamiéndose la mano.

Yo estaba completamente sorprendido. ¡Mi tía estaba allí, bebiéndose mi meada!

Por supuesto, la meada acabó y ella se volvió a levantar.

“Oye, ¿Por qué no te haces una paja para mí?”

“¿Eh?”

“Que si te haces una paja para mí.”

Yo estaba aturdido de la sorpresa pero la idea me gustó, así que poco a poco empecé a meneármela ante ella, que se volvió a acuclillar, esta vez delante de mí, y observaba mi polla con atención. Yo, dadas las circunstancias, me permití observarla con descaro: Llevaba una falda negra, unos pantys también negros, unos zapatos de tacón y una blusa un tanto ajustada que marcaba unos pechos normales, aunque la blusa no transparentaba nada. Mi vista iba de sus piernas a su pecho y a su cara, que sólo perdía de vista mi miembro para mirarme a la cara. Adiviné un poco su juego y me atrevía a interrumpir brevemente mi masturbación para tirar de la piel, sacar todo el capullo, y apuntarlo hacia ella en actitud desafiante, y cada vez lo acercaba un poco más a su cara o a su boca. Ella no se movía, y no llegué a tocarla aunque las últimas veces le puse el capullo muy, muy cerca de los labios.

Pero al final me llegaron los estértores, y la avisé de que me iba a correr; Ella se levantó rápidamente, se giró hacia mi izquierda y se remangó la falda hasta la cadera, doblando ligeramente la pierna y ofreciéndome la parte superior del muslo enfundada en el panty.
“Córrete aquí, vamos, rápido”.

Me eché hacia delante y pegué mi capullo a su pierna, y enseguida salió el primer chorro de semen al que le siguieron tres más que cayeron en el lado de su pierna justo por debajo de la cadera, y empezaron a gotear hacia abajo. Poco antes de que el semen cayera demasiado bajo, mi tía se bajó la falda y cubrió con ella mi corrida. Antes de volver al comedor, quedamos en llamarnos y quedar más tranquilamente.

En efecto, nos fuimos llamando aunque no tuvimos la oportunidad de vernos; No obstante, hablamos a menudo aprovechando que ninguno de los dos tenía a nadie en casa y hablamos de nuestras preferencias. Al cabo de tres meses, a la vista de una bda familiar, planeamos un juego sucio:

Ella me compraría un conjunto de ropa interior, y yo le compraría uno a ella; Nos los haríamos llegar y nos los pondríamos el día de la boda, donde nos los enseñaríamos puestos, a partir de ahí, lo que saliera.

Yo pedí por Internet un conjunto de Tanga y liguero negros, unas medias con costura y, sintiéndome espléndido, también le compré unos zapatos de tacón con punta. Esperé pacientemente y cuando tuve la oportunidad se lo envié. A los pocos días recibí un paquete, y al abrirlo me encontré con un conjunto similar al que yo había enviado, con la salvedad de que era blanco y en lugar de un tanga traía unas braguitas blancas de encaje.

Llegó el día de la boda, y yo me puse mi conjunto debajo del pantalón, que elegí grueso para que no se notaran demasiado las hebillas del liguero. Fuimos a la boda y empezamos a saludar a los asistentes, aunque yo estaba más pendiente de encontrar a mi tía. Al final la encontré: llevaba un vestido negro, pero estaba detrás de un coche charlando con otros familiares, así que disimulé como pude mientras esperaba a que sus piernas quedaran al descubierto y poder comprobar si se había puesto lo que yo le había comprado.

Al cabo de un minuto el coche se movió, y pude comprobar complacido que sus piernas calzaban la costura de las medias y sus pies los zapatos de tacón.

Se me puso dura casi al instante, ya al ver que ella estaba en un sitio relativamente apartado de la gente me apresuré a acercarme casualmente a ella para darle los dos besos de rigor. Al acercarme a ella para darle los dos besos, levanté mi mano como si fuera a tocarle suavemente el brazo, pero lo que hice fue pellizcarle una teta. Mientras, cuando fui a besarle la mejilla que quedaba alejada de la gente, saqué mi lengua y se la lamí muy levemente con la punta.

Ella me miró, sonriendo pero sorprendida, y me golpeó jovialmente con el bolso. Seguidamente cada uno fue a la suya, aunque no nos perdíamos de vista.

Acabó la ceremonia y los novios salieron de la iglesia para ser bombardeados con el arroz; Yo ya había elegido mi sitio con antelación, justo enfrente de mi tía, y aparentemente tiraba el arroz a los novios, cuando en realidad se lo tiraba a mi tía en el escote. Más tarde supe que ella lo notó.

Y llegamos al restaurante donde se hacía el banquete… nos dimos una pausa para comer, pero acabado el postre me excusé de nuevo para ir al lavabo, y justo antes de doblar la esquina del pasillo me giré para ver que mi tía también se había levantado. Me apresuré al lavabo y eché mi meada (me había aguantado un rato esperando el momento en que la gente se dispersara un poco de las mesas), y al cabo de un minuto apareció ella por la puerta, a la que yo intencionadamente había dejado el pestillo puesto.

Cerramos la puerta con pestillo y nos apresuramos, ya que el lavabo era público y no teníamos mucho tiempo: Nos metimos en uno de los compartimentos con taza y nos pusimos uno a cada lado para vernos bien. Mi tía me miró a los ojos:

“Tú primero”.

Enseguida, como si me hubiera dado una orden, me desabroché el pantalón y me lo bajé, remangándome un poco la camisa para que ella pudiera ver el conjunto blanco en toda su extensión. Ella no perdía detalle mientras veía cómo mi polla se ponía morcillona bajo la braguita. Ella extendió una mano y me masajeó el paquete suavemente.

La dejé tocarme el asunto por unos segundos y me subí los pantalones, apresurándome mientras reclamaba mi turno; Ella se levantó el vestido hasta la cintura y me enseñó los zapatos, las medias, el liguero y el tanga sin ninguna vergüenza. A través del tanga se podía ver que llevaba el chochito rasurado, y ya que ella se había permitido tocar, yo me atreví a hacer lo mismo: Alcé mi mano y empecé a acariciarle la entrepierna mientras ella cerraba los ojos y se dejaba llevar, y como el tanga era muy delgado no tardé en apartarlo a un lado y acariciar sus labios directamente, atreviéndome ocasionalmente a aventurar un dedo entre ellos y comprobar que estaba mojadísima.

“Venga, ya vale”. Me susurró un par de veces. Yo, acuciado, me agaché rápidamente hacia su entrepierna y le planté un beso y una pequeña caricia con la punta de mi lengua, que se respondió con un sonoro suspiro.

Volvimos rápidamente al salón, y nadie nos había echado de menos, así que volvimos a nuestros asuntos.

No había pasado una hora cuando mi madre me interrumpió en una conversación, y en un lugar discreto me dijo que mi tía no se encontraba muy bien y que si podía llevarla en coche a su casa. No se cómo, pero mi tía se las había apañado para conseguir que mi madre me pidiera que la llevara a casa, así que seguí un poco el juego y protesté. Mi madre insistió y entonces acepté a regañadientes, lógicamente actuando.

Me llevé a mi tía al coche y salimos del restaurante camino de su casa. Por el camino me recordó que no habíamos hecho nada desde la cena y que estaba ansiosa por hacer guarradas.Yo no había estado en su casa, ya que se había mudado recientemente, así que me informó de que en su edificio había garaje subterráneo, y que tenía un plan: Por el camino se remangó el vestido, quedando sus piernas descubiertas, y en las paradas de los semáforos se apañó para quitarme a mí los pantalones. Como ya era de noche, no me preocupaba demasiado porque no había muchos conductores en las calles. Al entrar en el garaje, se apresuró a quitarse el cinturón, tiró hacia arriba del vestido y se quedó completamente en ropa interior; Entonces abrió su bolso y sacó un collar de perro con una cadena y se lo puso alrededor del cuello.

El garaje estaba desierto y yo ya me hacía una idea de lo que quería hacer, así que busqué un sitio que no estuviera demasiado lejos del ascensor, ni tampoco demasiado cerca, porque yo también quería disfrutarlo: Paramos el coche y pusimos mis pantalones, su vestido y su bolso en una bolsa de plástico. Abrí la puerta del coche y salí sin pantalones, tan sólo con la camisa, las medias, el liguero y las braguitas, cogí la bolsa, cerré la puerta del coche y me dispuse a abrir la puerta del acompañante. Tan pronto como la abrí, mi tía me ofreció el asa de la cadena, invitándome a que la sacara del coche, y tirando un poco de ella se inclinó apoyando las manos en el suelo y saliendo del coche a gatas. Se apartó de la puerta, la cerré y me dirigí a la puerta del ascensor, a unos 50 metros de distancia, paseando a mi tía en lencería negra a gatas como si fuera un perro.

Mi tía no se levantó hasta que nos metimos dentro del ascensor, donde me dijo que tenía unos zapatos blancos que me iba a regalar, ya que yo le había comprado un par. Cuando llegamos a casa, se puso a buscarlos: Eran unos zapatos blancos, de tacón, tipo sandalia, y pese a que me venían un poco pequeños, no le di mucha importancia porque de entrada ni siquiera esperaba que me regalara un par de zapatos suyos, y eso ya me la ponía dura.

Con los zapatos puestos, mi tía me pidió que acabara lo que comencé en el restaurante, así que me arrambé a ella, la besé y mientras empecé a acariciarle la entrepierna hasta que le aparté el tanga y lentamente empecé a meterle dos dedos en la vagina. Ella empezó a gemir, ya sin disimulo porque estábamos solos en casa. Seguidamente se quitó el tanga me llevó a la cama y echándose encima me pidió que le comiera el coño. Ahí fue la primera vez que pude ver su entrepierna al descubierto, rasurada, con unos pequeños labios saliendo por entre los mayores… me incliné sobre ella, que con sus dedos se abría aquel hoyito, y empecé a comérmelo a besos y a meterle la lengua mientras ella se dejaba hacer.

Lentamente metí dos dedos mientras seguía lamiéndole el coño, y ella dio un respingo, aunque no protestó. Yo andaba también pendiente de su ano, que había visto sólo un momento antes de empezar el trabajo oral, así que en un momento me chupé el dedo y se lo metí en el ano. Ella se convulsionó un momento, pero me dejó hacer hasta que se levantó y me echó sobre la cama; se tiró encima mío y apartándome las bragas sacó mi miembro ya duro y empezó a apuntarlo hacia su vagina… no tardó en encontrar el agujero y en un momento se había tragado mi nabo entero. Empezó a mover las caderas y así estuvimos un rato con el metisaca.

Cuando se cansó, se dio la vuelta, se acostó de espaldas sobre mí y, para mi sorpresa, apuntó mi polla a su ano. Descubrí que era virgen porque no se metió toda la tranca de golpe, sino que se la introdujo suavemente… Yo podía sentir cómo hacía fuerza y se introducía mi tranca poco a poco hasta que le entró del todo, y entonces me pidió que bombeara. Así lo hice, y sus gemidos pasaron a ser casi gritos de placer pidiéndome que me la follara, que la jodiera y que se la metiera hasta el fondo, levantó las piernas y se las agarró mientras yo seguía empujando.

Al final la avisé de que estaba a punto de correrme, así que se la sacó rápidamente y me pidió que me corriera en su cara; Se arrodillo mientras yo me levantaba rápidamente y con su carita maquillada pegada a mi pierna solté sobre ella varios chorros de leche que cayeron sobre su cara, su pelo y su boca, que no cerró en ningún momento. Al acabar, me deleitó metiéndose mi polla en la boca y limpiando con su lengua los restos de semen que había en ella.

Seguidamente me reclamó que ella aún no se había corrido, y le pregunté qué se le ofrecía que le hiciera. Sonriendo de forma traviesa se echó sobre la cama, abrió un cajón de la mesita y de él sacó un consolador.

“Quiero que me folles con esto”

Yo sonreí y tomé el aparato con mis manos mientras ella se acomodaba.

“¿Dónde lo quieres?” Le pregunté.

“De momento en el coño, luego ya veremos”

Escupí sobre el consolador, que imitaba la forma y el color de una polla de verdad ligeramente más grande que la mía. Cuando ella se abrió nuevamente de piernas me eché entre ellas, apoyé mi cabeza en uno de sus muslos muy cerca de su vagina, y con mucha lentitud procedí a penetrarla con aquel juguete mientras observaba cómo se introducía lentamente dentro de ella. Empecé un lento metesaca con el consolador, que fui acelerando a medida que los gemidos de ella aumentaban de volumen hasta que al final entre unos espasmos increíbles, se corrió.

Se quedó echada sobre la cama, extenuada, mientras yo me levantaba y me sentaba a su lado. Al cabo de un minuto más o menos, me dijo con una sonrisa:

“Me has destrozado, cabrón”

Yo me incliné, tiré de su sostén dejando una de sus tetas al aire y besé su pezón.

“Tú también has estado muy bien”

“¿Crees que soy una viciosa?”

La pregunta me pilló un poco desprevenido, por lo que traté de salirme por la tangente.

“¿A ti te gustaría serlo?”

Ella respondió dibujando una sonrisa en su cara que yo interpreté como un sí.

“Eres muy viciosa”- le respondí.

Como respuesta se incorporó y con los labios aún manchados de semen me dio un beso en los labios, me miró durante unos segundos y como tratando de poner fin al asunto se levantó.

“Bueno… voy al lavabo rápido, que tengo que hacer pis”

Mientras iba dando saltitos por el pasillo la seguí al lavabo con una idea en la cabeza.

“¡Espera, que aún me debes una!”

Ella me miró extrañada, pero enseguida cayó en la cuenta: rió brevemente y con los brazos en jarra me preguntó:

“Bien… ¿y cual es tu idea?”

“Pues había pensado hacer lo mismo que tú y ayudarte con el pis, o tal vez hacer algo en la bañera”

Lo de la bañera me ponía como una moto, pero ella se lo pensó un momento y eligió la primera opción explicando que lo de la bañera ya sería mucho jaleo, así que me invitó a ponerme a su lado mientras ella se colocaba encima del lavabo con una pierna a cada lado. Yo, ligeramente agachado, rodeé su cintura con el brazo dirigiendo mi mano a su chochito y abrí sus labios, y entonces ella empezó a orinar. Yo contemplé con mucha atención el chorrito de orina y al cabo de unos segundos pude mi mano bajo su chorro como ella lo había hecho aquella primera vez. Cuando acabó de orinar, yo me eché la mano a la boca y me bebí su orín ante su mirada.

Cuando ella fue a coger papel para limpiarse, yo la paré ofreciéndole algo mejor; Ella abrió un poco más las piernas y se abrió la vagina con sus manos, y muy suavemente me volví a acercar y limpié su rajita con la lengua.

Lamentablemente aún me esperaban en el restaurante, así que me despedí de mi tía con un beso muy húmedo, me puse los pantalones, guardé los zapatos de tacón en una bolsa y salí del piso con la promesa de que volveríamos a vernos.

23 de abril de 2012

La historia de una persona común y corriente (1)

Les contaré lo que me sucedió después de haber cumplido los 18 años. Hasta antes de esa edad me consideraba un muchacho típico de una población rural, muy conservadora.
Pero algo sucedió que cambió mi vida.
Era un joven deportista de altura mediana, de complexión delgada, con el cabello rubio ensortijado de un largo que me llegaba hasta los hombros. Con una cara con aspecto aniñado y lampiño. Pero con un órgano sexual que causaba envidias y desencadenaba bajas pasiones; en los hombres y en las mujeres respectivamente. Pues mi polla medía en erección unos 20 cm. con un diámetro de 6 cm. y remataba con una buena cabeza.
Algunas de mis compañeras me consideraban guapo. Había tenido novias, pero nada serio. En el aspecto sexual me consideraba afortunado, pues había salido con algunas mujeres mayores que yo y me habían enseñado lo suficiente para ser casi un experto. Había un pero con ellas, que me gustaba más tener relaciones anales que por la vagina. Eso me volvía loco. Por ello me llamaban entre ellas “el analimal”. Eso me gustaba pues mujer que salía conmigo ya sabía a lo que iba.
Así transcurrió, ese tiempo de mi juventud. Pero hubo algo que me cambió mi vida 180 grados. Al salir de vacaciones de la escuela. Toda la pandilla hicimos un viaje a la capital del estado, con una duración de 5 días. Todos los días fueron de fiesta. Conocimos mujeres, a las que hicimos presa de nuestras vergas. Para mí fue magnífico, porque la mayoría quería llegar vírgenes al matrimonio, así que las relaciones siempre fueron anales y sin tener que tocar su tesorito. El último día fuimos a un centro nocturno donde se presentaba un espectáculo travesti. Esa fue mi perdición.
Al entrar, nos dieron las mesas próximas al escenario. Así que pudimos ver el espectáculo a menos de 2 metros. Hubo bailarinas, bailarines, cantantes que imitaban a artistas de moda. Y la estrella era una hermosa rubia de 180 cm. de altura, con unas zapatilla de plataforma y tacón elevado. Muy hermosa, con grandes caderas, unas nalgas paradas y unos pechos impresionantes. Al principio salía con un vestido que cubría el cuello y llegaba hasta los pies. Pero a medida que pasaba en espectáculo se iba quitando la ropa hasta quedar con una pequeña tanga, arriba de unas pantimedias de red, con un hilo dental tan delgado que parecía que no existía. Sin sostén mostrando un par de tetas enormes con unas areolas rosas con unos pezones grandes y parados. Que con los movimientos cadenciosos de su cuerpo temblaban y se bambolean.
Desde que inició su baile, ella no dejó de observarme, su vista seguía mis ojos hasta hacerme sentir incomodo. Al término de su actuación, la discusión en nuestra mesa fue acerca de que si era hombre o era mujer. Yo apostaba a que era la única mujer en la compañía. Para salir de dudas fui comisionado para investigar. Esperé hasta el final de espectáculo. Y con la llave que abre todas las puertas, con un buen billete al mesero. Me dejó pasar a los camerinos de los artistas. Busque el de Samantha (que así se llamaba) y alguien me ayudó a encontrarlo. Toque a la puerta y escuche una voz femenina y sexy diciéndome que entrara. Al pasar lo que vi me quito el habla. Samantha se encontraba desnuda y únicamente le cubría una bata transparente que dejaba ver todo su hermoso cuerpo. Con esa vista mi entrepierna comenzó a aumentar de volumen. Ella se fijo en eso y me ofreció asiento. Quede enfrente viendo semejante cuerpo escultural. Ella tenía la bata abierta dejando ver desde sus muslos hasta sus pechos, pero tenía las piernas cruzadas; así que no podía ver lo que había por debajo de su pubis. Esa vista hizo que mi aparato de pusiera tan tieso que no lo podía disimular.
Entonces le dije que había tenido una discusión con mis amigos acerca de su sexualidad. Ella únicamente soltó una carcajada y me dijo que me acercara. Que viera por mi mismo lo que ella tenía. Al levantarme de mi asiento ya no fue posible ocultar mi verga tiesa y dura como nunca había estado. Por más que hice no pude ocultarlo. Entonces la puse hacía arriba, pero salía parte de ella por el pantalón, dejando la cabeza libre. Ella se dio cuenta de eso y lo que hizo, cuando me acerque, fue revisarme como lo hace los policías. Y al tocar la cabeza hinchada de mí verga, atreves de mi camisa, me preguntó que arma tan grande portaba. Me dijo que la tenía que decomisar.



Así que me bajo los pantalones junto con los bóxers hasta las rodillas. Dejando mi animal al aire. Samantha lo tomo con sus delicadas manos y grandes uñas pintadas y lo empezó a acariciar. Y en forma súbita se lo metió en la boca; todo lo que pudo que fue bastante. Y me inició a dar una tremenda mamada con lo que sentía casi que me vaciaba. Pero ella tomo mi verga de tal modo que lo impidió. Continúo mamándomela hasta casi sentir que estallaba. Entonces me dijo que la besara lo que hice inmediatamente y como me había enseñado mis maestras. Sentí como gemía, y me bajo mi cabeza para que le mamara las enormes tetas. Lo que hice, tratando de pulir mi técnica, para no desilusionarla.
Con un movimiento brusco, se hincó en el sillón donde estaba sentada y me ofreció lo que más me gustaba. Al ver semejante grupa de yegua fina, en mi cara procedía a mamarle el culito, metiendo mi lengua lo más profundo que pude, le di lengüetazos y la lubrique lo más que pude con mi saliva. Me dijo que se la metiera. Para mí fue más que una súplica una orden. En la posición en que estaba Samanha me facilitó la entrada. Primero de la cabeza, que tuve que hacer un esfuerzo extra para que entrara, pues su hoyito estaba muy estrecho. Con esto ella dio un pequeño grito de dolor y placer. Pero cuando le tenía toda la verga adentro de sus intestinos ella gritaba de placer. Con sus manos me fue dando el ritmo con el que quería ser enculada, ya que si empujaba muy fuerte y rápido sus manos me detenían apoyándose en mis muslos. Así estuvimos por un tiempo prolongado. Hasta que ya no pude más y me vacié en su ojete, toda la leche acumulada esa semana.
Se dejó caer sobre el sillón haciendo que se saliera mi verga de su ojete. Entonces me fije, al estar observando cómo le escurría mi semen por sus muslos, que no había el orificio que debería de estar por delante de culito. No tenía labios mayores ni menores ni vagina. Había gozado como nunca, pero ahora sabía que no me había cogido a ninguna mujer. Sino a un hombre, que tenía todas las características de una hermosa mujer. Lo primero que se me ocurrió fue salir corriendo de ese camerino lo más rápido posible, pero mis pantalones y bóxers hasta las rodillas me lo impidieron. Al llegar a la puerta me tope con una afroamericano enorme, desnudo, únicamente una especie de taparrabos le cubría. Me dijo Samantha que era su escolta personal. El gigante de ébano me tomó entre sus brazos y le preguntó a Samantha que quería que hiciera conmigo. Ella le dijo que me hiciera exactamente lo que yo había hecho con ella.
Me desnudó delicadamente, me acostó en el sillón y procedió a mamarme mi hoyito. Lo hizo con una lengua enorme, ese era un mal augurio para mí. Si su lengua era enorme como sería su verga. Esta pregunta me la contestó rápido al apoyar su aparato sobre mi muslo. Continuó mamándome mi culito y luego procedió a meterme de uno en uno los dedos de su mano. Y después me metió un consolador de poco grosor. Este lo estuvo metiendo y sacando. Al principio opuse resistencia, pero después me dejar llevar dócilmente. Y al
final comencé a sentir placer. Principalmente cuando estuvo con el dildo trabajando mi ojete. Al final comencé en forma involuntaria a mover mi cadera con el ritmo que él daba al estar trabajando mi ano. Entonces escuché una voz muy sensual, era Samantha, que me decía que si eso me estaba gustando que me esperara cuando recibiera la tremenda vergota de René (que así se llamaba el Negrón).


Samantha me llenó mi ojete con abundante lubricante. Y entonces René me enseñó su tremendo aparato. El mío que estaba completamente erecto parecía un enano con semejante cosa. Empezó a metérmelo delicadamente, centímetro a centímetro. Cuando me quejaba de dolor se detenía. Para luego continuar. Al principio sentí dolor intenso, pero este se transformo poco apoco en placer, y después en un estallido de placer.
No supe cuando logró meter tremenda verga en mi pequeño culito. Porque de repente sentí su pubis que empujaba en mis nalgas. Así siguió, dándome placer, que casi creí que me iba a volver loco de gozo, hasta que llegue a eyacular más semen que cuando me había cogido a Samantha. Después sentí su lavativa de semen y como palpitaba su verga dentro de mí. Sentí sus espasmos de su cuerpo, ya que me tenía rodeado con sus brazos. Su olor de macho me gustó y me excitó, que me hizo apretar el culo evitando que sacara su verga. Entonces volvió a metérmela y sacarla, como al principio, golpeándome nuevamente con su pubis mis nalgas. Su verga volvió a la erección inicial. Me cogía de nuevo pero más despacio sin mucha prisa…
Esta historia continuará….

13 de abril de 2012

Él me desvirgó y me dió placer

Aquellos encuentros con Mauricio siguieron sucediéndose, pero no eran de mi plena satisfacción.
Yo me ponía muy cachonda viendo como él se dedicaba a hacer servir a las yeguas con el pastor, que se las ensartaba a todas.
Pero a mi solo me besaba, hacia sexo oral y de vez en cuando me penetraba analmente…. Y yo pretendía que me desvirgara totalmente.
Supe de su propia boca, que fue mamá, al que él confesó lo que hacia conmigo que le prohibió bajo pena, que hiciera otra cosa conmigo, y también supe que la relación que tenia con mamá era de larga data, y que habían hecho tríos con mi viejo.
Ese mi papá que anuncio, que vendría a la estancia, con su nueva novia, lo que hizo que mi madre se fuera ese mismo día.
Yo no quise ir con ella porque tenía la esperanza de que Mauricio no cumpliera con la palabra empeñada y me rompiera el virgo de una vez por todas.
Cuando Silvia, mi mama se fue, llegaron Leonardo, mi papa, Maria José, su novia, y Vicktor, el hijo de esta.
Pronto comprendí que mi papá, mucho mas mayor que la linda Maria José, hacia una pareja de tortolitos bien despareja, pero yo nada tenia que opinar.
De lo que si tendría que opinar es del chico de la señora, Vicktor, que resultó ser un muchacho espléndido, que me cautivó tan sólo con mirarme y sonreír.
Fue de pronto el amigo ideal para estar en esa casa tan grande. La recorrimos, le mostré todo los galpones, caballerizas, criaderos, depósitos de la finca. Además hablábamos de música y otras cosas mundanas.
Le enseñé a montar, y fue explicándole como se ensilla un caballo que tuvimos nuestros primero roces algo interesantes, ya que al poner un brazo sobre su cabeza, él se acercó me tomo de la cintura y me beso. Yo me dejé llevar y nuestras lenguas se entendieron por primera vez.
Esa tarde salimos a cabalgar, y yo pensaba llevarlo al arroyo con fines insospechados, pero debimos regresar ya que él comenzó a sentir un fuerte ardor en la entrepierna.
Fruto de los pelitos de las piernas, el roce con la montura para quienes no están acostumbrados, es fatal…. Le irrita la piel de una manera tremenda.
Cuando se apeó, caminaba como montado a un barril, con las piernas abiertas…. Muy cómico quedaba así, Vicktor.
Ya en su dormitorio, le llevé una crema para aliviar su quemazón, y como él lo permitió, yo extendí la cremita primero en sus pantorrillas y luego pase a la intimidad de su entrepierna.
Curiosa yo, me hice la descuidada y le roce varias veces el bulto, bulto que comenzó a ponerse interesante.
Cuando el acarició mi cabeza, yo busqué la cabeza de aquel bulto, y le saque la pija fuera del calzoncillo, para allí mismo chapársela muy suavemente al comienzo, pero luego le di tantas chupeteadas juntas que lo hice acabar en un mar de lechita. Él me manoseo toda, me dijo cosas muy chanchitas, desde putita a que me iba a partir al medio.


Fue en aquel cuartito, al otro dia a la hora de la siesta, que desnudos los dos, nos besamos todo, todo…. Y me extendí en la cama abriendo mis piernas hacia arriba para que el me metiera su duro y largo miembro…..
No me dolió, quizás eran mis enormes ganas de tener un falo dentro, si, sentí desgarrar mis entrañas, allí en mi cuevita, pero fue un solo instante de rotura y pronto sentí aquello caliente que me hacia rosquillitas por todo mi cuerpo.
Cuando el se percato de la sangre de mi desvirgue, yo ya había tenido mi primer orgasmo con una polla dentro….y estaba para mas si el no hubiera parado aquel rico mete y saca, medio asustado.
Yo le pedí que siguiera, y el me puso de rodillas en cuatro patas, lo que me hizo pensar que me haría el hoyito….. Pero no, me la metió desde atrás en mi rajita, lo que fue mi primer polvo a lo perrita. Una deliciosa experiencia.


Teresa, la mucama de la casa, se enteró por las sábanas, y fue con esa joven señora que aprendí sobre lo que debería haberme enseñado mi mamá sobre el sexo con hombres. Nos hicimos muy amigas y de ella supe muchas cosas que más adelante he de confesar.
Con Vicktor teníamos sexo a la mañana en el campo o el arroyo, a la siesta en su cuarto y por las noches en el mío.
Me sentía plena y el siempre inventaba alguna variante para metérmela cada vez mas adentro y provocar mis placeres. El que en pocos meses mas pasaría a ser mi hermanastro, fue el que se quedo con mi virginidad tal como yo lo necesitaba.

11 de abril de 2012

Esperándola

Debía recogerte en el aeropuerto con algunas ordenes previas que me habias dado a través del email, pero la verdad no estaba dispuesto a obedecer nada sin antes no tenerte delante y poder sentir tu fuerza.
En fin, llegaste al aeropuerto de Marrakech porque en nuestra última conversación te dije que queria enseñarte esta ciudad, considerada por muchos como la mas bonita del mundo, y porqué no, el escenario de nuestra primera y esperada cita. Ibas de rojo y negro, eran sobre las 20:30 de la noche y ya empezaba a vaciarse el aeropuerto. De repente te vi, increible, soberana, segura, desafiante pero con la incertidumbre de saber a que te enfrentabas esta vez. Llevabas un vestido de color rojo ajustado a tu figura para exaltar mas aun tus curvas, bolso color negro con adornos en rojo a juego claro está y sandalias de tacón negras, tacón de aguja como te gusta llevar. El escote era un palabra de honor pero no hacia falta enseñar nada todavía, debiamos jugar un poco con la imaginación al fin y al cabo, además de conocernos íbamos a mantener una reunión de negocios y debiamos mantener la cordura de momento. Yo esperaba sentado en la cafeteria bebiendo un martini, y esto aunque suene a pelicula de 007 la verdad es lo que bebo desde hace tiempo, martini con vodka. Yo esperaba vestido de traje pero con t-shirt ajustada como siempre, un toque de informalidad en mi vestimenta. No hizo falta buscarnos con la mirada, enseguida nos encontramos y una ligera sonrisa se nos escapo a los dos, eso creo que fue lo que nos delato, las ganas que teniamos de vivir ese momento. Como era normal me acerqué a recibirte y presentarme como era debido.

- Pepe: Hola princesa, ¿cómo estás?

- Maria: Bien, algo cansada pero contenta de conocerte.

- Pepe: Entonces tal vez lo mejor seria que cogiera tu equipaje y te acompañara hasta el coche, tenemos mesa reservada a las 21:30 y tal vez quieras pasar antes por el apartamento.

- Maria: Vale, me parece buena idea, asi comprobaré algunas cosas que te pedi que hicieras.

Acto seguido cogi tu maleta y nos dirigimos a mi coche. Una vez delante de él esperaste a que metiera la maleta en la parte de atrás y abriera tu puerta, te subiste y entonces no pude evitar clavar mi mirada en tus sandalias. Acto seguido miré tus ojos y evidentemente habias ralentizado el movimiento de subir al coche para que yo pudiera contemplar tan preciosa maravilla, no hablabamos sólo nos observabamos uno al otro. Arranqué el coche y me dirigí a nuestro primer destino, mi apartamento.
Subimos al piso, abrí la puerta con tu maleta en la mano y te invité a que entraras. Entonces sin mediar palabra me metiste la mano en el pantalón y me dijiste

- Maria: ¿Has hecho lo que te pedi?

- Pepe: No.

- Maria: Vaya, empezamos bien. Veo que la noche va a ser movida.

- Pepe: Claro princesa. No esperabas que podrias dominarme tan fácilmente.

Entonces te levantaste el vestido y te quitaste el tanga que llevabas puesto de color negro con encajes.

- Maria: Abre la boca y siéntate en el sillón mientras me masturbo y después me vuelves a poner el tanga empapado con tu saliba. He sido clara.

Dicho y hecho casi sin darme tiempo a reaccionar me encontraba con tu tanga metido en la boca llenándola de una esencia a mujer como no habia sentido antes.

Maria: A que esperas sientate en el sillon y mientras me masturbo apoyare mi tacon en tu polla para ver como va creciendo.

Está claro que yo no podia ni hablar sólo asentí con la cabeza como acto de sumisión. Tenias un coño precioso y sabias que era la mejor manera de someterme a tus ordenes, lo deseaba y tu notabas ese deseo. estuviste un buen rato masturbandote hasta por fin correrte me di cuenta porque el ultimo suspiro lo senti en mi huevos debido a la presion tan fuerte que ejerciste con tus tacones. Acto seguido me ordenaste ponerte el tanga que llevaba en la boca y que estaba empapado. Te lo puse y al estar de rodillas senti el olor de tu coño de tal manera que no pude controlarme y lanzarme a intentar besarlo, error por mi parte, me agarraste del pelo tirando hacia atrás y me diste un sonoro bofetón que me dio a entender varias cosas, una de ellas es que de verdad estaba delante de una dómina y tendria que cumplir unas normas para que aquello no terminara.
 

Volvi a arrodillarme y a subirte el tanga por donde lo habia dejado. Después bajé tu vestido y me levanté, seguiamos sin decir nada, sólo nos mirábamos pero no hacian falta palabras para entender lo que estaba pasando. Salimos del piso y fuimos al restaurante. Una vez en el coche me dijiste que era bonita la ciudad y que pusiera descapotable el coche para que pudiesemos verla mejor (es un mercedes SL 500). Así lo hice, de repente era como si no hubiese pasado nada antes. Empezaste a hablar de cosas triviales y en general haciéndome preguntas para ir conociéndonos más. Viendo tu reacción yo continué igual que tu y decidi cambiar el chip. Fuimos hablando todo el camino de ti y de mi de las cosas que nos gustaban y de las cosas que teníamos ganas de hacer.
Llegamos al restaurante y nos abrió la puerta el metrê del establecimiento, "pasen, aquí tienen su mesa", nos dijo al entrar. Acto seguido retiró tu silla para que te sentaras y yo decidi acercarme al bar para saludar al dueño del establecimiento que era amigo mio.
Desde alli podia observarte bellisima e imponente, habia algo en tus ojos que escondia tanta pasion y aventura como peligro y eso me encantaba. Volví a la mesa y me senté. Me miraste, sonreiste y noté una presión en el pantalón producida por uno de tus tacones, otra vez habia empezado el juego y tu mirada se volvía lasciva, malvada.

- Maria: No me vuelvas a dejar sola, esclavito.

- Pepe: Princesa sabes que soy un tio público y tengo que saludar.

- Maria: Esclavito ¿empezamos a jugar otra vez?

- Pepe: Porque no me gusta el juego y me gustas tu.

En el fondo te gustaba que fuera un tio tan social y ocupado, ademas el hecho de tener un restaurante y una discoteca me daban más popularidad aún en el mundo de la noche, mi mundo. Seguias ejerciendo esa presión en mi pantalón, y la idea de imaginar uno de tus pies con las uñas color rojo intenso enfundado en unos preciosos tacones de aguja me estaba volviendo loco. Deseaba besarlos, lamerlos, chuparlos. De pronto bajaste el pie y me susurraste

- Maria: Estás deseando arrodillarte y lamer los tacones que llevo puestos ¿verdad?
- Pepe: Si princesa

- Maria: Esclavito no te preocupes que los vas a lamer cuando yo te lo ordene, ¿has entendido?

- Pepe: Si princesa, he entendido.
- Maria: Vale pues en cinco minutos te espero en el servio de señoras, que por cierto esta en la segunda planta.

- Pepe: Aquí no deberiamos hacer nada princesa.

- Maria: Te espero en cinco minutos y mas te vale no tardar cabrón.

Volvia a cambiarte el rostro dulce por la mirada lasciva. Me encantaba esa mirada. Pasaron cinco minutos y decidi ir al servicio como habiamos quedado. Estabas sóla sentada en la encimera del vestibulo masturbándote con el tanga puesto. En ese momento dirigiste tu mirada hacia mi y me dijiste,
- Maria: Cabrón ahora si me vas a lamer las sandalias como estabas deseando, arrodillate y empieza mientras acabo de masturbarme.

- Pepe: Si ama

Un silencio reinaba en aquel vestibulo después de mi contestación, ambos sabiamos cual era nuestro papel en el juego. Me arrodillé y empezé a lamer esos tacones que llevaban toda la noche volviendome loco, mientras lamia uno tu apoyabas el otro en mi cabeza ejerciendo presion y dándole mas fuerza a tu poder a la vez que intensificabas la velocidad de tus dedos entrando y saliendo de tu coño.

- Maria: Para cabrón

- Maria: sube la cabeza y lameme el coño hasta que no quede ni una sola gota de flujo dentro de el.

Sin dudar un segundo deje de lamer uno de tus tacones y alze la cabeza hasta tu coño ya bastante humedo y con ganas de engullir lo que se le acercara. Sin rodeos meti mi lengua dentro de el lo mas que pude y empeze a moverla al ritmo que tu movias las caderas y me presionabas la cabeza con fuerza casi axfisiandome con el

- Maria: Sigue cabrón, sigue lamiendo y trágate todo lo que sale de él

Asi estuvimos durante unos tres ó cuatro minutos hasta que senti como una cantidad de flujo grande bañaba mi rostro. Efectivamente habias tenido una corrida monumental. Aún con espasmos yo seguia lamiendo pero esta vez de manera suave y delicada, me apartaste la cabeza me acercaste tu boca a la mia y me dijiste susurrando,

- Maria: Limpia por fuera y por dentro todo mi coño y después méteme la lengua en el culo hasta que yo te diga basta.

Estaba casi sin aliento después de haber estado cuatro minutos ahogándome entre tus piernas pero la excitación de seguir lamiendo todo lo que me pedias era mayor y no podia parar. Asi lo hice, acabe de limpiar todo tu coño por dentro y por fuera mientras tu te retocabas el rimel de tus ojos. Después te diste la vuelta para seguir retocandote y abriste las piernas exponiendome tu culo e indicandome donde debia de empezar a lamer. Estuve lamiéndotelo otro par de minutos hasta que terminaste de retocarte después te bajaste el vestido y me dijiste
 

- Maria: Enjuagate la boca esclavito que huele a coño desde fuera del servicio

No contesté sólo asenti con la cabeza dandome cuenta de lo que acababamos de hacer en el servicio de un restaurante publico a las diez de la noche, no se si alguien nos vio pero me daba igual. Bajamos al restaurante y volvimos a sentarnos. El camarero parecia algo desconcertado supongo que porque habiamos desaparecido los dos durante casi veinticinco minutos. Bueno una vez sentados, continuó la velada como si no hubiera pasado nada.
Seguiamos hablando de tu trabajo del mio y de cosas generales que pasan en el mundo. Acabamos de cenar y me dijiste que el postre lo tomariamos en el apartamento y después nos iriamos a tomar una copa. Yo asenti con la cabeza y llamé al camarero para pagar la cuenta. Nos levantamos y nos subimos otra vez en mi coche camino del piso. No podia dejar de mirar tu cuerpo enfundado en ese vestido ajustado mi excitación crecia por momentos y aun no habias dejado que yo me corriera, estaba a punto de explotar. Llegamos al piso y nada mas entrar me diste la primera orden.

- Maria: Desnúdate y túmbate en la cama

- Pepe: Si princesa

Me diste un sonoro bofetón y me dijiste

 
- Maria: Si ama, no princesa
 
- Pepe: Si ama

- Maria: Vale mejor ahora

Me tumbé en la cama como me habias ordenado y te quitaste el vestido delante mio. Me ataste las muñecas a los laterales del cabezero con un lazo que llevabas en el bolso y me volviste a meter el tanga en la boca, el sabor era cada vez mas intenso a tu coño pero me encantaba. Mi erección era bastante notable y sin avisar te la metiste en la boca. Empezaste a chuparla alternando delicadeza y brusquedad además me dabas mordisco en la punta que me hacian estremecer todo el cuerpo. Me mirabas y me decias
- Maria: Te gusta esclavito. Vaya otra vez se me olvidaba que con mi tanga en la boca no puedes hablar. Bueno no importa, tampoco tenia ganas de escucharte.

Después de esto seguiste chupando sin parar, yo intentaba avisarte que estaba a punto de correrme pero no podia decirtelo de ninguna manera, tu seguias y seguias hasta que sin poder evitarlo empezé a correrme en tu boca. Tu no parabas y seguias chupando y tragando como si no pasara nada. Después de casi 30 segundos de estar corriéndome creo que me sacaste todo lo que habia dentro, te levantaste y me volviste a susurrar, "voy a ducharme, no te muevas de aquí que ahora vuelvo".
Ahí me tuviste casi 30 minutos con el tanga en la boca, atado y con la incertidumbre de qué pasaria cuando volvieras. Llegó el momento y apareciste, llevabas un picardias de color negro y encaje que no enseñaba nada pero insinuaba todo. Nada mas verte mi polla volvio a ponerse dura y tu con mirada picara me volviste a susurrar, "voy a follarte, me voy a correr y después te sacare el tanga de la boca para sentarme en tu cara y que me comas el culo hasta que me hagas correr otra vez. Entendido esclavito".
Te subiste encima de mi y estuviste cabalgándome un buen rato sin parar despacio y rapido, ibas marcándome los tiempo controlando mis impulsos para evitar que me corriera. Estuviste asi hasta que empezaste a correrte, lo noté porque cogiste el cinturón del vestido y empezaste adarme latigazos con el a medida que ibas teniendo espasmos. Menos mal que no tuviste demasiados, yo estaba atado con el tanga aún en la boca con ganas de correrme y con el pecho rojo de los latigazos que me habias propinado hacia unos segundos. Te levantaste y me dijiste

- Maria: Voy a sacarte el tanga de la boca para sentarme en ella con el culo justo a la altura de tu lengua, ¿has entendido?
Asentí con la cabeza.
Me quitaste el tanga totalmente empapado claro está, llevaba más de una hora dentro de mi boca, y te pusiste de pie en la cama. Era increible ver tu figura altiva con esos tacones de aguja y yo tumbado debajo de ti expuesto a lo que te apeteciera. Empezaste a jugar con mis huevos pisandolos con tus tacones, después los pasabas alrededor de mis pezones y por ultimo te pusiste de pie sobre mi con un pie en el estomago y el otro apoyando la punta del zapato en mi boca,
- Maria: Abre la boca, cabrón. Ábrela y saca la lengua a ver como lames mi tacon hasta que lo dejes reluciente.

- Pepe: Si mi ama

Me empezaste a meter el tacón en la boca como si me estuvieses follando con el mientras yo sentia la presion de tu cuerpo de pie sobre mi estomago. Nada mas por ver aquella imagen de poder sobre mi que tenias era capaz de aguantar la presión que me estabas haciendo. Cuando creiste que estaba bastante limpio procediste a cambiar de pie y hacer lo mismo con el otro, asi hasta que también lo dejé reluciente como tu querias. Una vez termiando te diste la vuelta dandome la espalda y abriendote bien los gluteos te sentaste en mi cara, uff fue increible sentia el orificio de tu culo justo sobre mi boca nada mas para que mi lengua lamiera y se introdujera lo mas hondo que pudiese. Asi estuvimos un buen rato, te levantabas de vez en cuando para dejarme respirar y volvias a dejar caer todo tu peso sobre mi, mientras jugabas con tu cinturón y mi polla marcando un ritmo entre pequeños latigazos y la velocidad que querias que moviera mi lengua dentro de tu culo. Te inclinaste un poco hacia delante y ya dejaste caer tu coño sobre mi boca humedo y jugoso como siempre, yo me afane en lamerlo como si llevara toda la vida deseándolo y queria ofrecerte el mejor orgasmo de tu vida.
Después de un buen rato acabaste corriendote dos ó tres veces en mi boca no lo se y no pudiste evitar volver a meterte mi polla en la boca. Te habias corrido pero algo me decia que no querias levantar tu coño de ahí, que querias que siguiera lamiendo. Entonces bajé la velocidad y con delicadeza fui lamiendo para darte tiempo a que te recuperaras y pudieras volver a correrte otra vez. Tu con mi polla hacias lo mismo controlando mis impulsos ya que sabias que me estabas volviendo loco y aunque me prohibieras correrme no era capaz de controlar tanta excitación.
Noté la orden de volver a lamer con fuerza y sin pausa, eso significaba que tu coño estaba preparado otra vez para correrse de nuevo sobre mi. También aceleraste el ritmo de mi polla en tu boca, nos habiamos convertido en un solo cuerpo empeñados ambos en darle placer al otro, creo que ese momento no era de Salma y Hustler sino de Fran y Raquel. Seguimos un buen rato hasta que coincidimos el instante para corrernos los dos a la vez nuestros cuerpo se estremecían y se movian unidos como uno solo al compás de la música que marcaban nuestros espasmos hasta que la relajación llegó a su maximo punto y separamos los cuerpos cayendo cada uno en un lado de la cama. Yo tenia la cara empapada de tus flujos y tu la boca llena de mi semen. Te giraste me diste un beso corto porque sabias que no me gustaba el sentir mi sabor en la boca y me dijiste al oido,

- María: Te espero en la ducha, no tardes, vale
- Pepe: Ahora voy princesa.
Algo habia pasado en ese ultimo acto de sexo entre nosotros que nos habian transformado otra vez en lo que somos realmente, cambió el vicio y la perversión por dulzura y cariño, eso prueba que dos personas pueden sufrir una metamorfosis en cualquier momento cuando lo desean a la vez.
Me fui a la ducha y alli estabas tu, hermosa, dulce, delicada, casi no te reconocia. Entré contigo en la ducha y esta vez si nos fundimos en un beso de amor y pasión. Estuvimos mas de 20 minutos debajo de la ducha besandonos y tocandonos, después cuando acabamos me susurraste al oido

María: Vamos a la cama que estoy cansada del viaje y mañana tomamos una copa ok

Pepe: Vale princesa vamos a descansar y mañana te enseño la cuidad

Volviste a darme un beso ya en la cama metidos y te abrazaste a mi pecho, cuando ya creia que te habias dormido, volviste a susurrar

María: Esclavito mañana me despiertas cuando me hayas hecho el café, y lo haces lamiendome los pies suave y delicadamente hasta que te diga basta

Me quede bloqueado y sin mediar palabra mire tus ojos y volvia a ver esa mirada picarona y lasciva que tanto me gusta.

Pepe: Si princesa

10 de abril de 2012

Palabra de Seth 1

Casi llevaban andando cuatro días desde que salieron de Poul, su hogar, que ahora se apagaba después de casi siete días. Arél, que a sus dieciocho años ya se ocupaba por completo del cuidado de su pequeña hermana Isi (debido a la incapacidad de su madre que vivió sus últimos días en la cama, donde también murió), pensaba constantemente qué iba a ser de ellos, ahora que habían perdido su hogar y a su madre.
El fuego se había iniciado de noche. Lo había hecho silenciosamente y para cuando Arél se percató de ello ya era demasiado tarde. Acababa de bajar las escaleras que conducían desde la habitación de su madre a la entrada de la casa cuando lo vio, a través del cristal de la ventana. La casa estaba a oscuras por eso lo vio con tanta facilidad. Un halo de luz cálida rodeaba la ventana e iluminaba los muebles de alrededor. Aquello lo dejó paralizado unos segundos en los que el silencio era total, pero de pronto escuchó un chasquido y su oído se afinó. Entonces comenzó a oír el crepitar de las llamas sobre las paredes de la casa. Entonces una bomba de alarma estalló en su cabeza y se impulsó en una carrera hacia la habitación de la pequeña Isi. Mientras se acercaba a la puerta vio un resplandor rojizo por debajo de la puerta y corrió a abrirla sin saber que al hacerlo provocaría una gran explosión de llamas. Se cubrió el rostro con los brazos y oyó gritar a su hermana, lo que le impulsó a entrar rápidamente. "¡Isi! ¡¿Dónde estás?!" Preguntó al no verla. Entonces la pequeña chilló su nombre y la vio bajo su cama, de donde la sacó y cubrió con sus brazos antes de saltar fuera de aquel cuarto en llamas.
En aquel momento las dos ventanas de la entrada estallaron en mil pedazos creando grandes llamaradas hacia el interior de la casa y llenándola de humo. La pequeña Isi no dejaba de toser y llorar mientras su hermano sorteaba los escombros que caían del techo hasta lograr llegar a la puerta que se había roto y caído hacia dentro. Sacó a su hermana de la casa y la alejó unos metros para volver después a buscar a su madre, pero mientras volvía a la casa oyó los gritos, eran el resto de los habitantes de la aldea que corrían hacia todas partes huyendo de los invasores que estaban asolando sus hogares. Los vio cabalgar entre los graneros y las casas. Eran hombres rudos y portaban espadas, lanzas y antorchas. Otra explosión de llamas le hizo volverse hacia su casa de la que ya no se veía el interior y le informaba, desgraciadamente, de que a su madre no la iba a poder salvar. Dudó unos segundo mientras oía rugir a los invasores, llorar a su hermana y el crepitar del fuego, entonces volvió a por Isi, la cogió en sus brazos y corrió con ella hacia los primeros árboles del bosque que empezaba tras su casa, una vez allí, la bajó al suelo (era pequeña pero lo cierto es que tenía ya trece años y levantarla no era tan fácil como cuando era una niña) y los dos echaron a correr bosque adentro sin mirar atrás.
Casi no habían hablado durante los cuatro días que llevaban andando. Se habían limitado a comer alguna fruta que encontraron por el camino y a beber de vez en cuando del río que encontraron y ahora seguían.
El tercer día Arél le ordenó a su hermana que pararan para lavarse las manchas oscuras del rostro y la ropa y los dos se bañaros en la orilla del río y se secaron al sol.
Isi no había hablado con su hermano desde que huyeron, ni siquiera para preguntarle hacia dónde se dirigían, pero él no habría sabido qué contestarle. Sabía desde hacía mucho que su aldea estaba bastante alejada de las aldeas, fuertes, y castillos del país, pero tenía la certeza de que siguiendo el curso del río acabarían llegando a algún sitio.
El chico, a pesar de no haber salido jamás de Poul, tenía al parecer un talento innato para la orientación en los bosques ya que, el cuarto día y apenas unas horas después de que se detuvieran a comer frutos que habían caído de los árboles, vieron a lo lejos una figura arrodillada en la orilla del río y un caballo atado en el árbol más cercano.

- Mira Isi, allí hay alguien – dijo tomando la mano de su hermana y caminando más rápidamente.
Era un hombre joven de pelo corto y negro. Vestía una camisa blanca y unos pantalones de cuero reforzados, como los que llevaban los caballeros bajo la armadura. Estaba arrodillado en la orilla y el pantalón se le había mojado un poco en las rodillas. Su piel era un poco más clara que la de los dos hermanos y tenía los ojos cerrados, pero cuando llegaron a su lado los abrió y se giró hacia ellos. Vieron que tenía los ojos de un color azul intenso y aunque al principio parecía sorprendido al verles, se relajó un poco al ver que sólo eran dos chicos y no supondrían ninguna amenaza.

- Buenas días señor – saludó Arél.- Necesitamos ayuda – dijo nervioso.

- Vuestro aspecto no indica lo contrario, ¿qué os ha pasado? - Preguntó con voz serena. Arél se miró los ropajes, estaban chamuscados en algunas partes.

- Unos bárbaros asediaron nuestra aldea. Nosotros conseguimos escapar pero perdimos a nuestra madre y nuestro hogar – rodeó con su brazo a Isi.- Llevamos días caminando y alimentándonos solo de frutos del bosque…

En ese momento escucharon unas voces que salían de entre los árboles y vieron como de entre las ramas de un árbol, junto al caballo, salían dos hombres que vestían la misma armadura de color cobre. El hombre arrodillado se giró hacia allí.

- Señor, tenemos que partir enseguida – dijo uno de los soldados.

- Enseguida Héctor – el hombre se levantó y caminó hacia el caballo.

Arél se sorprendió mucho al descubrir que aquel hombre pudiera tener sirvientes y mucho más aún al tener éstos una armadura tan majestuosa. Entonces vieron cómo recogía de la montura del caballo parte de una armadura plateada y se la ponía sobre sus ropas.

- ¿Sois un caballero? – Se sorprendió Arél.

- En efecto joven – respondió sonriendo mientras colocaba la protección de las piernas.- Mi nombre Sethir, príncipe de Diin.

El chico quedó impresionado y a la vez intimidado ante aquel hombre. Nunca había visto a ningún príncipe y mucho menos había hablado con uno, pero sabía perfectamente que muy pocas personas tenían el derecho de dirigirse a un monarca, y él le había hablado como si se tratase de un hombre cualquiera. Dio gracias por haberle tratado con algo de cortesía y esperó que no lo encerrase en un calabozo por su osadía. Agarró con fuerza a su hermana.

- ¿Quiénes son estos niños señor? – Preguntó el primer caballero que había hablado.

- Héctor, estos chicos vendrán con nosotros a Diin.

- ¿Cómo dice? –Se extrañó el caballero.

- Necesitan ayuda y yo les ayudaré. Supongo que un príncipe puede tomarse la libertad de ayudar a las personas que considere oportuno, ¿me equivoco? –Dijo mirándole.

- No señor, por supuesto que no. Les buscaré un caballo libre ahora mismo, señor.

- No, Héctor, irán en tu caballo contigo. Así llegarán a la vez que yo.

- Pero señor, la escolta real no puede hacer este tipo de cosas. ¿Qué pensaría el rey si se enterase? – Preguntó preocupado.

Sethir se levantó con la armadura ya puesta y desató al caballo del árbol.

- Nos conocemos desde siempre, espero que no le niegues a un amigo un favor – dijo con autoridad mirándolo.

Los chicos quedaron embelesados con el porte y la majestuosidad de Sethir. Su armadura era plateada y tenía los bordes de marfil blanco, también llevaba una capa roja con un escudo bordado en plata. Era más alto y grande que Arél aunque no parecía tan mayor como los guardias que los seguían a caballo. La corte de Diin volvía de un largo viaje por otras tierras y formaban a caballo un gran grupo armado que se perdía en la distancia. Al frente de todos iba el príncipe Sethir con toda su guardia a caballo y en el de Héctor, el más allegado del monarca, estaban subidos con él los dos jóvenes.

Cabalgaron durante horas hasta que alcanzaron a ver Diin, un reino gigantesco rodeado entero de murallas altas y grandes torres. Cuando cruzaron la muralla vieron las laderas que dentro se extendían, todas cubiertas de casas y pequeñas tiendas con aldeanos que saludaban a su paso con fervor. Cabalgaron entre las casas y subieron una pequeña elevación de terreno que conducía, según les había explicado Héctor, al palacio Blanco del reino de Diin.

Era una torre increíblemente alta que se alzaba dentro de un círculo de muralla, decorado con muchos sitios por banderas parecidas a la capa de Sethir. Cuando se acercaron a la muralla y se abrió el portón, comenzaron a oírse cientos de trompetas anunciando su llegada.

Vieron el terreno cubierto de verde césped que conducía hasta la entrada de la torre, en cuyas escaleras esperaban las sirvientas del castillo preparadas para atender a la llegada de la compañía.



- Bienvenido, majestad - dijo un hombre al acercarse al caballo del príncipe mientras este se bajaba.- ¿Qué tal su viaje?

- Muy bien, gracias – le respondió mientras los chicos bajaban del caballo de Héctor.- Venid conmigo – les dijo con un gesto.- ¿Tenéis hambre?

- Si, majestad.

- Muy bien, hoy os sentaréis a comer al banquete real – dijo mientras subían las escaleras de piedra. Una vez en la puerta se encontró una de las sirvientas y le ordenó acompañar a los chicos a los baños.

- Pero señor, aún no han terminado de arreglar el baño de hombres.

- En ese caso, consígueles ropa limpia. El chico se bañará en el baño real – dijo mientras caminaban por el primer salón del palacio.

- De acuerdo, señor – la sirviente miró a Isi y le cogió la mano.- Ven conmigo, te bañaremos y te pondremos guapa para el banquete.

Mientras la hermana de Arél se marchó con la sirvienta, éste subió junto a Sethir unas escaleras que conducían hasta el piso de los aposentos reales, cuya puerta era la más grande que Arél había visto nunca. Tapizada en plata y seda roja, tenía unos pomos dorados que empujaron para abrirla.

Dentro Arél vio la que pensó, sería la sala más grande de todo el palacio. Al final de la sala había una gran cama digna del más digno señor del reino; en el fondo derecho de la sala había un ventanal que llegaba hasta el techo y desde el que se podían ver todos los bosques de Diin; ocupando la pared izquierda había un vestidor inmenso y una gran mesa de madera con algunos pergaminos y mapas extendidos encima; y en el centro de toda la sala se extendía una piscina de piedra que se hundía en el suelo y tenía el agua cristalina y alguna que otra flor aromática flotando en la superficie. Debía medir unos quince pasos de largo y ocho de ancho.

Arél se quedó unos segundos paralizado ante tanta belleza. Mientras dos sirvientes entraban tras ellos en la habitación y esperaban junto a la puerta.

- Ven conmigo – le dijo Sethir sacándole de su ensoñación. Fueron hasta el fondo de la sala rodeando la piscina.- Nos bañaremos para estar limpios para el banquete, hay que dar una buena impresión ante los nobles que asistirán a la comida – dijo mientras los sirvientes que habían entrado con ellos le ayudaban a quitarse la capa y la armadura y la colocaban en un soporte junto a la cama.

- ¿Mi hermana y yo también asistiremos? – Preguntó Arél entusiasmado.

- Claro que sí. Hoy seréis mis invitados y como tales, deberéis sentaros a cada lado de donde yo me siente a comer – dijo provocando expresiones de sorpresa entre los dos sirvientes que acababan de terminar de quitar la armadura y se habían apartado y quedado junto a la pared.

- ¿Quiere que hagamos algo con los ropajes del chico, señor? – Preguntó de pronto uno.

- Tienes la ropa quemada y rota, Arél, tiraremos esta ropa y te daremos ropa nueva – dijo Sethir mirando al chico.

- Gracias, señor.

- Quítatela para que se la lleven y bañémonos antes de que se nos haga tarde – indicó.

Arél se quitó la camiseta y los zapatos y se apoyó sobre la cama para bajarse los pantalones, aunque con un poco de vergüenza pero no quería contradecir a Sethir después de todo lo que estaba haciendo por ayudarles. Quedó solo con la tela blanca (un poco grisácea ahora) y Sethir les indicó a los sirvientes que se podían marchar y así hicieron, cerrando después las puertas de la habitación.

- ¿Tienes frío, chico?

- No, señor.

- Puedes ir entrando en el agua – le dijo Sethir con una sonrisa amable mientras se sentaba al borde de la cama y comenzaba a desabrocharse la camisa.

- Gracias, señor – Arél fue hasta el borde de la piscina de piedra y, con algo de vergüenza se quitó la tela que cubría su entrepierna. No sintió ningún frío, la habitación estaba perfectamente climatizada y cuando tocó el agua vio que también estaba a la temperatura ideal.

Bajó los pequeños escalones que entraban en la piscina y no pudo evitar disfrutar de la primera zambullida en el agua. Notó el agua ligeramente caliente envolver todo su cuerpo y se sintió muy feliz de la suerte que habían tenido su hermana y él. Aquello le recordó a su aldea y su pobre madre fallecida y cuando salió a la superficie su cara estaba triste.

- ¿Cómo se llamaba tu aldea? – Preguntó el príncipe que estaba ya desnudo y se acercaba a las escaleras. Su cuerpo era musculoso y con vello en las piernas y en la entrepierna, donde sobresalía un auténtico miembro viril digno de un gran príncipe. Sus piernas musculosas se intensificaron visualmente al agacharse en cada escalón, marcando cada uno de los músculos. Al llegar a la cintura, su pene quedó un instante flotando y después se sumergió también. No se sumergió del todo, sólo se acercó un poco hacia Arél.

- Se llamaba Poul.

- ¿Qué es lo que ocurrió?

- Unos bárbaros incendiaron nuestras casas y asolaron todo – dijo entristecido.- Agarré a mi hermana y escapamos por el bosque – terminó de decir cuando el príncipe llegó a su lado.

- Estás cuidando muy bien de tu hermana, chico, pero ¿dónde están vuestros padres? – Preguntó con expresión de preocupación.

- Mi padre nos dejó hace muchos años cuando se alistó en el ejército del reino de Rena. Y mi madre… murió en el incendio… no pude salvarla…- Dijo llorando al acordarse.

Arél se tapó el rostro con las manos y empezó a llorar.

- Hey! Vamos, chico, seguro que estaría muy orgullosa de ti por haber cuidado de tu hermana- le alentó Sethir acercándose a él. Lo rodeó con sus brazos mientras se calmaba. Arél notó los pectorales fuertes y duros, igual que cada uno de sus abdominales al contacto con su piel. También notó la polla de Sethir mientras se movía bajo el agua. Le rozó una pierna y la notó caliente. Se sentía seguro entre los musculosos brazos del príncipe. Alzó la mirada y mirándolo a los ojos le dijo:

- Muchas gracias por habernos ayudado Sethir.

- No te preocupes Arél, yo cuidaré de vosotros – dijo, y Arél supo que era cierto, y que al cuidado de un hombre como aquél no tenían por qué temer.- Y no me llames Sethir, puedes llamarme Seth – dijo mirándole a los ojos. Eran intensamente azules y brillaban por el reflejo del agua.

Arél miró un instante su rostro, con esa sonrisa amable y protectora, un instante después lo abrazó, dándole las gracias y sintiéndose más afortunado a cada músculo de la espalda que tocaba. Recorrió su espalda con las manos mientras él lo abrazaba con seguridad. Entonces, sin ningún motivo en especial dejó de mover sus manos cuando éstas se posaros sobre la parte superior de las nalgas de Seth, pero no las apartó, porque se sentía muy seguro y feliz. No las apretó, solo las dejó encima, rozándolas, hasta que sintió cómo la polla del príncipe se ponía más dura y empezaba a subir. A él le pasó lo mismo pero a menos velocidad. Entonces apartó su rostro del pecho de Seth y lo miró a lo ojos. Entonces el príncipe los cerró y sujetando con suavidad el rostro del chico se acercó a besarlo.



Arél no se apartó, solo dejó que lo besara una primera vez, y después lo besó él. Tenía los labios algo más gruesos que los suyos y el roce suave del beso le provocó un escalofrío. Se besaron durando un buen rato hasta que Seth apoyó la espalda contra el borde de la piscina y Arél le besó los hombros, los pectorales, se detuvo en un pezón y lo besó y lamió con timidez. Después mientras lo hacía buscó con su mano la polla completamente erecta del príncipe y la sujetó un instante sintiéndola caliente. Después comenzó a masturbarlo lentamente y oyó un pequeño y suave jadeo de Seth, entonces sujetó al príncipe del culo hasta que el cuerpo de éste quedó en la superficie flotando y miró su pene ligeramente levantado y, mientras con una mano le sujetaba por el culo, con la otra se llevó sus huevos a los labios. Los chupó y lamió. Intentó meterse uno dentro de la boca pero no pudo, aún así, le agarro de la polla y se la metió hasta donde pudo. La primera vez que lo hizo, el príncipe gimió de nuevo, luego, Arél solo oyó de vez en cuando un pequeño jadeo de satisfacción. Mientras lo hacía, la polla de Arél se erguía más y más bajo el agua, y se movía impulsada por los pequeños movimientos de éste.

- Aaahh… Aaahh… - Oía Arél. Al cabo de unos minutos, vio cómo las piernas de Seth se movían convulsionadas de placer, pero no se preocupó y continuó chupando.- Aaaahh... Aaahh... Sigue... No pares…Aaaahh… Aaahh…

De pronto, mientras chupaba y lamía con fervor la polla de su amante, Arél vio inundaba su boca de una sustancia ligeramente espesa y caliente y aquello le sorprendió, pero después de mirar a Seth y ver su rostro de placer, supo que no ocurría nada malo y lo tragó mientras seguía chupando, hasta que el príncipe le detuvo, poniéndose de pié y comenzó a besarle con euforia, mientras recuperaba el aliento. Arél se dio cuenta de que tenía el rostro empapado en sudor pero no le importó.

Seth levantó al chico y lo sentó en el borde de la piscina y se sitió entre sus piernas, levantándolas y colocándolas sobre sus hombros. Después agarró su polla con la mano y se la empezó a chupar con euforia, pero aún así, no le hizo daño en ningún momento. Arél nunca había tenido ninguna relación sexual con ninguna chica de la aldea, pero le encantó lo que el príncipe le hacía.

Mientras chupaba, Seth abrió las nalgas, que ya tenían pelos tanto alrededor como en el agujero y tocó el agujero con sus dedos. Lo empapó de agua de la piscina con los dedos durante un rato mientras se la chupaba y cuando notó el agujero más abierto, se levantó y acercó su polla.

- Arél, lo que voy a hacerte tal vez te duela, tienes que decírmelo – le advirtió mirándole a los ojos.

Él no respondió.

3 de abril de 2012

Mi tía

Quiero empezar mis relatos viajando hasta los orígenes, hasta mis primeros pasos en el deseo y mis primeros conocimientos de la fuerza que tiene el deseo y del placer que podemos lograr atreviéndonos a colmarlo.

Hasta los 20 años, pasaba todos los veranos en una casa grande en la montaña donde habitábamos mi familia y la de mis tíos. La casa se había reformado para dividirla en dos viviendas, pero se compartían varias cosas y se había conservado una puerta interior para pasar de una vivienda a otra sin salir a la calle. Además mis tíos habitaban fuera del país y sólo venían unas semanas de verano, con lo cual eran muchas las cosas que no funcionaban o que faltaban en su casa y que pasaban a la nuestra para solventarlas.

Una tarde del mes de julio, me quedé solo en casa después de comer. Mis padres habían ido a la ciudad a hacer compras y mi hermano estaba en un campamento de verano. Encendí la tele y estuve viendo el Tour de Francia, hasta que como solía ser habitual me quedé medio dormido en el sofá. Sueño que continuó hasta que me despertó mi vejiga. Así que me levanté medio somnoliento y me dirigí al baño sin percatarme de que salía luz por debajo de la puerta. Al abrir la puerta me sobresalté al ver que mi tía estaba desnuda dentro de la bañera. Rápidamente solté un “perdón” y cerré la puerta casi sin observarla. Aunque no me hacía falta hacerlo. Mi tía que en aquel entonces tenía 42 años era una mujer espectacular. Por desgracia ya no está entre nosotros y cuando nos abandonó, rozando los 60 era todavía excitante y tremendamente sexual. Tenía un rostro bellísimo y un cuerpo perfecto, sinuoso con unas curvas rotundas. Una piel morena a juego con su melena y sus ojos y un gusto exquisito a la hora de vestir que la hacía una de las mujeres más bellas que he conocido jamás. Durante el invierno cuando no visitaban la casa, solía entrar en su vivienda y en su habitación y husmear su ropa interior, sus sandalias de tacón que dejaba allí para el próximo verano, sus bikinis…

Pero en aquel momento no pensaba en eso. Estaba asustado. Tenía miedo de haberla ofendido, que me dejara de querer como su sobrino favorito, como me llamaba ella. Así que volví al sofá y me quedé allí inmóvil. Pero a pesar del miedo, no pude evitar tener una erección terrible, adolescente, de las que parecen querer reventar la ropa interior. Me puse un cojín para intentar disimularla y lo apreté hacia mí, pero no conseguí aliviarla. Y en aquel momento me sentía mal como para esconderme y masturbarme pensando en mi tía, pensando que quizá ella estuviera ofendida.

Al cabo de un rato apareció ella en el salón llevando solo una toalla atada, diminuta para su cuerpo, de forma que estaba demasiado abajo para no mostrar su canalillo y demasiado arriba para evitar mostrar sus muslos y el nacimiento de su culo. Se sentó al otro lado del sofá y me dijo que no me preocupara, que era normal que pasaran esas cosas al vivir en la misma casa y que la culpa fue suya por no avisarme que se iba a bañar en mi baño porque se había estropeado su ducha. Me dijo que estuviera tranquilo, que no pasaba nada y que si no me importaba se iba a quedar conmigo viendo la tele mientras se pintaba las uñas de los pies. Eso hizo que mi erección aumentara más aún, me excitaba como llevaba siempre de pintadas sus uñas, las sandalias de tacones imposibles con las que andaba y sus piernas perfectas. Al estirarse para pintárselas, podía ver el pelo de su sexo (todavía no era la época de las ingles brasileñas) y como asomaba un pezón por encima de la toalla. Ella se dio cuenta de que me distraía y me dijo que si quería mejorar mi pulso entrenándome pintando las uñas de sus pies. Yo en aquel momento ya había perdido la capacidad de hablar así que no dije nada, cogí el esmalte y empecé a tocar esos pies que tanto me excitaban. Cuando terminé, me dijo que soplara sus uñas, para que secara rápido, mientras soplaba, tenía enfrente su coño, que podía ver totalmente. En el momento que le dije que creía que ya estaban secas, metió los dedos de sus pies en mi boca y me dijo que los chupara lentamente, que se los lamiera enteros, que metiera mi lengua entre cada uno de sus dedos. Yo no podía estar más excitado e hice lo que me dijo. Cuando había lamido y chupado los dos, se vino hacia a mí y me bajo de un tirón mi pantalón corto y mis calzoncillos, cogió el body milk que había usado en la ducha y lo dejó escurrir por encima de mi polla, después se retiró hacia atrás y cerró sus dos pies sobre ella, al tiempo que empezaba a hacerme una paja con ellos. No me podía creer que mi tía estuviera haciéndome eso, nunca había estado tan excitado, viendo mi polla entre esos dos pies perfectos, con las uñas recién esmaltadas de rojo. Me cambia el ritmo, a veces fuerte, otras más suaves, veces terminando con un masaje en forma de círculo con el dedo gordo en mi capullo. Tiró la toalla, y pude por fin ver toda la plenitud de su cuerpo. Sus tetas, talla 100 por lo que había espiado en su dormitorio, ligeramente caídas, con unos pezones negros, inmensos, hinchados. Su cuerpo con un moreno integral, obtenido en la intimidad de su terraza, y su coño, en el que ya se adivinaba entre el pelo lo hinchados que estaban labios y clítoris y lo mojados que empezaban a estar los pelos más próximos. Ella continuó masturbándome a conciencia, con energía, moviendo todo su cuerpo al hacerlo, especialmente esas tetas rotundas que tantas veces había soñado ver a escondidas y que ahora las tenía para mí. Durante mi adolescencia era habitual en mi tener orgasmos sin eyacular, hasta tres explosiones tuve mientras mi tía me pajeaba con sus pies. A la tercera me dijo que tendría que emplearse a fondo, así que me la soltó y se acercó con su boca. Empezó lamiéndome las ingles, los huevos suavemente, hasta que llegó a la polla. Primero por su base, cogiéndola en sus labios. Después ascendiendo con la lengua, dibujando con la punta por encima de las venas y llegando al capullo, donde volvía a cerrar la boca, y después de mamarlo solo a él, de un tirón se la metía toda en la boca y empezaba a follarla con su boca hasta que no podía respirar más y le salía toda la saliva por la comisura de sus labios. Se movía con rapidez y yo sentía como sus tetas golpeaban mis rodillas. Yo estaba ansioso por comer todo su cuerpo, pero ella no soltaba mi polla. Ni siquiera cuando paraba a coger aire, en esos momentos seguía con la mano. Volví a tener un orgasmo sin eyaculación dentro de su boca, estaba tan excitado que no sé cómo podía entrar toda dentro, pero el caso es que estaba. Ella siguió sin inmutarse, comiéndola más rápido aún, concentrándose en el capullo, succionándolo con sus labios mientras con la mano meneaba el resto. Al fin su trabajo tuvo recompensa y empecé a notar como mi polla se llenaba de semen (Era una de mis primeras eyaculaciones, la primera había sido unos meses atrás mientras me hacía mi primera paja viendo a Isabel Gemio en el 3x4). Le avisé y le dije tía Tere que me viene, que ahora sí que es en serio, ella me la agarró con las manos se levantó ligeramente y me corrí en sus tetas, que empezó a masajear como si fuera un crema hidratante especial para reafirmar los senos.



Cuando me volvió la respiración me dijo que tendría ganas de descubrir como era el cuerpo de una mujer y que allí tenía el suyo, que lo explorase entero, pero con una condición que todo lo que explorase lo lamiese con mi lengua. Como es natural, lo que más me llamaba la atención era el coño, nunca había visto uno, pero me recomendó dejar el premio para el final. Así que empecé a besarla, a saborear sus labios, a mamar su cuello y mordisquear sus orejas. Descubrí que gemía de placer al hacerlo y comprendí que sería una zona sensible para una mujer. Bajé por la espalda, la lamí entera y la tumbe boca abajo en la cama, así tenía más cómodo gozar de su culo. Tenía un culo perfecto, duro, pero de tamaño considerable. El primer culo maduro que en el que años después descubrí un tanga. Empecé a lamerlo, pero no me era suficiente, así que lo mordí. Deseaba conocer cada rincón, así que separé el culo y descubrí su ano. Nunca había visto uno, el esfínter cerrado, arrugado pero con algo que me invitaba a lamerlo y así hice, lamerlo hasta que lo llene de mi saliva y lo penetré con un dedo. Después de dilatarlo volví a lamerlo y a meter mi lengua en el culo de mi tía Tere. Pero eran tanta las cosas a explorar así que seguí bajando por sus muslos contemplando lo perfectas que eran sus piernas. Al llegar a los talones, ella se incorporó y yo me fui directo a sus tetas. No sabía cual atender si la derecha o la izquierda. Las mordisqueaba, las sobaba, metía un pezón entre mis labios y los succionaba, después con el bien humedecido lo frotaba con mis dedos y volvía a la otra teta a comerla y lamerla entera. Estaba realmente hambriento de tetas, solo había tocado unas por encima del sujetador a mi compañera de pupitre. Mi tía viendo que no me iba a sacar de allí, empujó con dulzura mi cabeza hacia abajo para presentarme su coño. Al que sin duda quería dar un antojo y ese antojo era yo. Yo no sabía muy bien qué hacer, así que empecé a lamer la almeja sin más. Ella me dijo que intentara meter la lengua hasta el fondo y que al cerrar la boca agarrara su “garbancito” en mis labios y lo succionara y así empecé a hacer y comprobé como mi tía empezaba a estremecerse, a gritar que no parara que siguiera que quería que me follase su coño. Con mi curiosidad jugaba con los dedos también los metía dentro, recorría los labios, se los metía por el culo… todo era nuevo y llamativo para mí. Después de llegar a dos orgasmos y de tener la cara ya irritada de tanto lamer y de todos los flujos que su coño echaba, me dio un empujón y me dijo que me tumbara boca arriba. A pesar de la eyaculación, por aquel entonces ya volvía a tener la polla como una estaca, y esa estaca estando yo boca arriba fue la que se clavo ella en su coño. Se puso en cuclillas, sin tocarme, para podérsela meter hasta el fondo y empezó a saltar sobre ella a una velocidad endiablada, yo veía como botaban sus tetas, como ella se frotaba su coño a la vez que se la metía pero no podía llegar a tocarla. Cuando ya sus piernas no aguantaron más, las echo hacia atrás y se tumbó sobre mí y me pidió que si sacársela la levantara y la sentara en la mesa de comedor. Y así hice, me la follé sobre la mesa, con una mano en su cintura para traerla más hacia mí y con la otra sobando sus tetas. Mientras ella se frotaba el clítoris, me daba azotes o me pellizcaba el culo. Cuando estábamos los dos a punto de la explosión le avisé. Dije tía Tere yo no entiendo mucho de esto pero podrías quedarte embarazada creo y me dijo que no me preocupara, que tomaba la píldora, que no dejara de follarla y que la llevara en brazos con la polla dentro de su coño hasta la cocina. Así hice, yo por aquel entonces pesaba ya 85 kilos y media 190 y mi tía era menuda (siempre que estuviera bajada de sus tacones y teniendo en cuenta que las tetas son ligeras porque no tienen hueso). Llegamos a la cocina y seguimos follando contra la pared, ella se retorcía estiraba sus piernas, me acariciaba las mías con sus pies, hasta qe me dijo que ya no aguantaba más que la sujetara firme porque iba a explotar. Al correrse me clavó sus uñas en la espalda, y me mordió mi hombro yo estallé con un gemido un grito de placer salido de lo más profundo de mi, notaba mi polla dentro de su coño caliente, húmeda rodeada de mi semen y sus flujos, notaba hasta como palpitaba su vagina. Me dijo que no la sacara, se dio la vuelta y cogió el cucharón de la sopa, cuando lo tuvo me dijo, ya puedes… la saqué y se puso el cucharon en el agujero de su coño por que comenzó a salir mi semen mezclado con sus flujos. Cuando dejó de gotear se lo llevó a la boca y se lo bebió enterito, saboreándolo. Cogió un cigarrillo, lo encendió y me dijo… ya eres suficiente hombre para compartir un pitillo con tu tía del alma.

30 de marzo de 2012

El viaje por carretera

Ya habíamos preparado las maletas para relizar un nuevo viaje e íbamos a cargarlas en el coche. No entendía por qué Cleo no estuvo de acuerdo conmigo en poner los cristales oscuros en los asientos de atrás ni en la luneta, en el taller esta semana que lo tenía concertado, pero lo iba a averiguar pronto.

Salimos a la carretera y comenzamos el viaje. Salimos de Málaga y todo iba tan normal aunque la notaba extraña. Miraba mucho hacia fuera y no sabía que le pasaba, pero no le pregunté pues no le dí mayor importancia. Llevaba una faldita corta como la que suele llevar para ir a la playa y una camiseta de tirantes, aunque por encima se había puesto una rebeca de hilo. A la altura de Alicante su comportamiento empezó a cambiar. Empezó a sacar temas de nuestras relaciones sexuales, recordando cosas que hacían que me empezara a excitar. Ella me hablaba ahora con gestos y movimientos más sensuales, y hasta cambió la voz que la puso más dulce y más interesante. Se estaba poniendo cachonda por momentos cuando con mucha suavidad extendió su mano y empezó a acariciar mi verga por encima del pantalón. Cada vez lo hacía más fuerte. Trataba de ponérmela dura y eso es algo que no tardaría en suceder.

Se quitó la rebeca y dejó a la vista la camiseta de tirantes donde se marcaban claramente sus pezones puntiagudos y aunque ya lo había intuído, ella me sacó de dudas en seguida diciéndome…

- No me he puesto sujetador esta mañana.

Mientras, se cogía los pechos por debajo como para mostrármelos, a lo que yo sonreí pues sabía que me ponía mucho.

Ccon una mano volvió a acariciarme fuertemente la verga, que estaba doblada pues ya la tenía muy dura y trataba de escapar del boxer y del pantalón. Con la otra cogió mi mano derecha y se la llevó a una de sus tetas, haciendo que se lo amasara como si fuera una pasta a punto de entrar en el horno. Yo seguí tocándosela a la vez que conducía y miraba de vez en cuando hacia ella cuado me soltó la mano para acariciarse ella el otro pecho. A continuación empujó el tirante del hombro que quedaba a mi lado, que cayó descendiendo poco a poco, y así dejó al aire su pecho para que tocara su suave piel y sus pezones duros como piedras. Al primer roce en su aureola contraída y su pezón, lanzó su primer gemido ahogado por la respiración entrecortada. Siguió tocándose con cara lasciva y ví como empezaba a bajar la mano derecha por su cintura para pasar al muslo y rozar su entrepierna, y con las mismas, se levantó su minifalda y me dijo con cara de viciosa,

- Tampoco me he puesto bragas,

mientras me mostraba todo su coño rasurado como siempre. Aquello me puso a cien y ella sólo pudo morderse el labio inferior haciendo ver que estaba muy pero que muy cachonda.

En ese momento me dijo:

- Me encuentro super bien, muy excitada y muy contenta con mi cuerpo…quiero mostrarlo, quiero mostrarme a los demás, deseo que me vean desnuda, quiero enseñarle mis grandes pechos a los demás conductores, quiero sobármelos mientras me miran, quiero que vean lo buena y lo cachonda que estoy.

Diciéndo eso comezó a hacerse una paja tras meterse un dedo y sacarlo empapado de su flujo brillante para empezar a estimular su clítoris. Estaba fuera de sí. Me miraba como si pidiese mi aprobación, pero ella sabía que con lo cachondo que estaba yo no le iba a decir que no, pues además no implicaba ningún peligro. Sin embargo, no tuve ni que hacer ningún moviemento con mi cara. Una leve sonrisa pícara le dejó saber que estaba deseando verla así.

Cleo seguía masturbándose y cerró los ojos. En el fondo le daba algo de vergüenza pues era la primera vez que se iba a exhibir de esa forma, así que como solía hacer, se abandonó al placer que ella mísma se estaba proporcionando con sus caricias junto con las mías, para olvidarse de todo y que la vieran mientras se metía un dedo tras otro, mientras jugaba con su clítoris empapado y con sus labios mayores.

Yo traté de facilitar la tarea, así que cuando ella ya estaba a tope, hice el ademán de adelantar a un camión, pero aminoré la velocidad y me quedé en paralelo para que el conductor pudiera disfrutar de la vista. Y vaya si lo disfrutó. Yo no pude verlo, pero Cleo al notar que me frenaba abrió los ojos, y fué cuando se encontró cómo la miraban desde arriba con lujuria. La expresión de su cara me hizo saber que había llegado al tope de excitación, ¡¡La estaban viendo cómo se metía los dedos!! y eso sólo hizo que llegara a un orgasmo bestial, con un alarido que seguramente hubieran podido escuchar desde fuera. Siguió convulsionando de placer con movimientos bruscos y entonces paró un poco….se agarró los pechos y se relajó un poco.

Pensé que se sentía un poco avergonzada pues no quiso volver a mirar por la ventanilla pues me miraba a mí con cara de no saber lo que había pasado, por lo que aceleré para terminar de adelantar al camión cuando una bocina ruidosa sonaba detrás nuestra como para agradecer el espectáculo ofrecido. En ese momento volvió a sonreir y con cierta ironía me dijo:

- ¿crees que le habrá gustado lo que ha visto?

- No lo dudes mi amor, tú no dejas impávido a nadie, y menos a los salidos estos con un show como el que acabas de mostrar. Yo también me he puesto palote, estoy muy caliente pues me gusta verte así cachonda y puta.

Cleo se sonrió y se acercó a mí para darme un morreo a boca abierta introduciendo su lengua en mí de la forma más salvaje imaginada. Tuve que aguantar tal beso increíble mientras miraba a la calzada para no tener un disgusto.



Se recostó de nuevo en el asiento y le pregunté que cómo había sido la experiencia para ella, pues aunque yo lo había vivido con ella, me pone mucho cómo me lo cuenta ella, como se sincera y se deja llevar contándome todo lo que se le pasa por la cabeza sin tapujos.

Con una sonrisa que no se le iba de los labios me explicó que había sentido algo de vergüenza pero las ganas de correrse eran más fuertes y pasó de todo. Además era la experienia que quería vivir.

- Pero Cleo, -le dije,- si apenas has abierto los ojos, no sabes si te miraban o no.

- Claro que me miraba -me respondió- Lo tenía claro, además cuando abrí los ojos noté como me penetraba con los suyos…estaba con la boca abierta pues no se lo podía creer. Ha sido muy excitante.

- Aún así creo que no te has exhibido tú, más bien, te han visto, que es distinto.

- ¿Crees que no me he exhibido viéndome como me han visto? -Me dijo riéndose.

- ¿Pues sabes?, vamos a repetirlo, estoy muy cachonda y la experiencia me ha gustado. Pero esta vez lo voy a hacer para que disfruten más los demás que yo misma.

- ¿Cómo? No te entiendo.

- Atento y verás. -me dijo mientras se incorporaba y volvía a sacar sus pechos al aire. Se puso las gafas de sol de pantalla grande y con sus tetas en la mano, estaba preparada para abordar al siguiente vehículo. Pero se cortó, eran dos ancianos y no quiso excandalizarlos. Nos reímos un mucho de la situación.

- Cleo, si lo llegas a hacer igual provocas un accidente pero por paro cardíaco del señor.

Seguimos con risas durante un rato, pero cuando nos acercamos a la siguiente víctima me dijo: -Ve ahora despacio pero no pares, adelántalo pero despacio-.

El coche era un vehículo familiar, con un hombre que rondaría los 45 años. Cleo se quedó mirándolo y empezó a mostrarle las tetas como si tratara de vender dos frutas exóticas intentando metérselas por los ojos. Las movía arriba y abajo pero de forma exagerada, nada sensual, más bien divertido, pero sin dejar de ser dos tetones en movimiento.

El hombre en un principio no daba crédito a lo que veía. Al girar la cabeza por reflejo normal cuando te adelantan se encontró con dos enormes pezones saltando delante de él. Se notó mucho cómo se sorprendió por cómo abrió los ojos y la cara que se le quedó. Cuando lo asimiló, puso una cara de gusto tremendo haciendo gestos como diciendo uuuuuffffff, vaya par de tetas!! a lo que Cleo empezó a sonreir y a amasárselos sin dejar de mirarlo escondida tras sus gafas negras.

El hombre me miró a mí con cara de estupor como esperando un gesto de desaprobación por mi parte por estar mirando, pero en lugar de eso, le vanté la ceja y los hombros como diciendo, "a mí no me mires, díselo a ella".

Con ese “permiso” el hombre no pudo más que sacar su lengua y empezar a moverla como queriendo lamerle los duros pezones. Ella seguía frotándose y se empezaba a poner de nuevo cachonda. Ya dejó a un lado la risa para empezar a gemir de nuevo. La situación volvió a ponerla a mil y se incorporó un poco girándose completamente hacia fuera sentada sobre una de sus rodillas. El hombre seguía pidiendo más y notamos cómo empezaba a tocarse el paquete por el movimiento de su brazo. Cleo hizo lo propio y empezó a bajar la mano para masturbarse de nuevo, pero por circunstancias del tráfico tuve que acelerar y terminar de adelantarlo, y ya no era plan de volver atrás.

- Joder, se ha estropeado la escena. Ahora que estaba más caliente y tenía al tío dominado.

- No he podido hacer otra cosa, me pedían paso por detrás con ráfagas. Igual también querían ver la escena que seguro que algo han catado desde atrás.

- Vaya, me he quedado a medias.

Me volvió a decir mientras se seguía tocando. Estaba seguro de que quería pajearse delante de aquel hombre como hizo con el camionero, pero esta vez viéndolo más fijamente. No se resistió y siguió masturbándose y con las mismas, se giró hacia mí y desabrochando mi bragueta sacó mi pene y empezó a chuparlo como una posesa. En muy pocas ocasiones la había visto tan excitada. -Estoy a tope cariño- me repetía una y otra vez. -Quiero que me folles!!-.

Pero le dije que ahora no iba a parar. Que teníamos todavía que seguir camino y que pararíamos más adelante a echar gasolina.

-Pues de todas formas te la voy a comer, voy a tragarme toda la leche que tienes ahí para mí, dámela!!- me decía casi gritando. En ese momento y con el subidón de adrenalina de ambos, quise que ella repitiera la experiencia ahora ya en una zona de autovía con 3 carriles, por lo que no molestaríamos a nadie. Mientras ella seguía chupando con todas sus fuerzas, desatada, ví un coche delante mía donde se apreciaban 3 personas. Era un Golf rojo, con 3 jóvenes dentro a los que empecé a dar ráfagas para que se hicieran a un lado y me prestaran atención. Mientras me pegaba a ellos le dije a Cleo que se incorporara, que iba a tener público, pero no me hizo caso, estaba completamente entregada en la comida de polla que me estaba haciendo y que de seguir así, no duraría ni un minuto en que me corriera en su boca.

De la misma forma, agarré su frente y la levanté contra su voluntad.

-Déjame que te la coma!!!- me repetía casi sollozando por el ansia de su calentura.

-No mi amor- le dije, -quiero que cumplas tu fantasía, quiero que termines lo que no pudiste terminar antes pero con este otro coche-. Al incorporarse dejó mostrar toda su delantera.

El vehículo que se había echado a un lado, estaba a punto de ser rebasado y los ocupantes parecían estar esperando con cara de pocos amigos para increparme por las prisas y las ráfagas, pero todo cambió cuando vieron aparecer esa maravilla ante sus ojos. La cara se les cambió por completo. Sin saber ni cómo tenían ante sus ojos a una preciosa dama de bellos pechos desnudos con sus pezones puntiagudos apuntando directamente hacia ellos.

Los chavales no pasaban de 22 o 23 años. Parecían delgados, modernos por los peinados y sus crestas como los chicos de ahora. Sus caras de asombro hacían creer que nunca habían visto dos tetas iguales en su vida. Estaban con las bocas abiertas literalemente y muy exaltados riéndose y diciéndose cosas unos a otros apuntando en la dirección de Cleo.

- Ánimo cariño, demuéstrales lo puta que eres!-, se giró, me sonrió y dijo: -Van a saber estos quién soy yo!.

Y comenzó a sobarse las tetas de forma brutal, poniendo caras de viciosa y actuando para ellos. Se subía con ambas manos el pelo por el cuello para darles una visión más amplia, quitándose la melena de encima de sus senos. Empezó a tocarse los pezones y miraba cómo los chicos se iban poniendo más y más berracos. El que estaba sentado en el asiento del copiloto ya no sabía cómo hacer para no peder detalle entre las puertas, los cabeceros y las cabezas de sus amigos, mientras el que conducía miraba adelante y a un lado alternativamente pero muy rápido pues no se quería perder nada tampoco. Por otro lado, el que iba sentado detrás no paraba de dar botes en el asiento trasero.

Cleo siguió estimulándose y viendo cómo estaban nuestros vecinos decidió seguir calentándolos cogiéndose el pecho derecho por debajo con una mano y dirigiendo su pezón hacia su boca. Sacó su lengua lentamente y se lamió la punta como si estuviera probando el sabor de algún dulce nuevo.

A continuación bajó su mano izquierda mostrándola cómo iba recorriendo de arriba a abajo su cuerpo para metérsela en su coño y empezó de nuevo a masturbarse. Las cara que ponía ahora no era para calentarlos, eran sus verdaderas caras de placer. No paraba de jadear y de decirme,

- Qué gusto cariño, qué sensación. Me están mirando, están viendo como me toco, estoy muy cachonda mi amor. Voy a correrme….aaaaaaahhhhh.

Y con otro orgasmo se apoyó en el cristal por lo que debieron ver cómo se aplastaban sus tetas contra él.

Yo estaba excitadísimo y también quería participar en su placer, por lo que extendí mi mano y comenzé a tocarle el culo.

- Sí cariño, tócame, tócame. Necesito sentirte, tócame. Méteme los dedos!!!

Y sin mediar palabra seguí sus deseos introduciéndo dos dedos directamente por su vagina que estaba chorreando de flujos. Mientras con una mano se acariciaba el clítoris, con la otra se apoyaba en el cristal junto con su cara y sus pechos para poder sacar un poco el culo hacia mí y facilitarme la tarea, notando así mis dedos más dentro aún.

Su respiración era fuerte, jadeaba sin parar. Sin verla sabía que tenía los ojos cerrados como hace siempre que tiene orgasmos tan fuertes. Empecé a mover los dedos de forma circular sacando de su garganta los gemidos más graves hasta el momento.

- AAAAAaahahhhhhhhh aAAAAAAhhhh, no pares mi amor, no pares mi amor- me repetía una y otra vez. -Me voy a correeeeeer, no pareees.

Por un momento nos habíamos olvidado de los chicos, pero una vez tuvo el siguiente orgasmo se quedó como inmóvil. Entonces el otro coche empezó a pitar y pitar como pidiéndo más.

Empezaron a hacer como que se estaban pajeando haciendo gestos con las manos como queríendo tocarle las tetas y sacando sus lenguas para lamerla entera.

Entonces, Cleo que ya estaba satisfecha, se volvió a chupar un pezón, y con las mismas les lanzó un beso con la mano, se puso la camiseta e hizo un gesto como de…”lo siento, se acabó”, sonrió y entonces terminé de acelerar…..

- Qué tal mi vida? Cómo te encuentras?

- Ufffff, estoy extasiada. Ha sido super excitante. No te lo puedo explicar con palabras…ha sido toda una experiencia…¿has visto las caras de los chavales? Jajaj

- Claro que sí mi amor, y porque no has visto la mía que estaba peor que ellos, jajajaja.

- Me pones muchíisimo. Me gustas que seas así.

- Así de puta?

- Sí, así de puta, pero puta conmigo.

- No te ha molestado que lo hiciera cariño?

- No mi amor, sabes que yo sólo deseo darte placer como sea. Me gusta verte así, sintiéndote bien con tu cuerpo y orgullosa de él como estoy yo de esas curvas que me hacen volverme loco.

- Entonces, ¿en serio que no te importa lo que ha pasado?

- Sabes que no. Además yo también he querido que lo hicieras. Tan sólo me molestaría si esto no fuera un juego de excitación y de exhibicionismo, si no que realmente estuvieras deseando a uno de ellos más que a mí, o que necesitaras de estas cosas para ponerte cachonda simplemente.

- ¿Cómo dices eso? Sabes que sólo te quiero a tí y que me gusta disfrutar de estas cosas juntos, si no no sería lo mismo, no tendría gracia ni me excitaría.

- Te quiero mi amor.

- Yo a tí también. Gracias por permitirme hacerlo. Sabías que tenía ganas y era uno de mis sueños eróticos.

- Me lo he pasado genial yo también, en serio.

A continuación de un beso de campeonato y de un abrazo difícil mientas conducía, Cleo volvió a hablar.

- Quiero comértela, sigo muy cachonda.

Y empezó a tocarme de nuevo mi polla dura. Quise resistirme pues en breve habría que parar a repostar y ahí sería un buen momento para echar un polvo, en el area de servicio, pero ni yo me podía aguantar más ni ella iba a permitirmelo. Así que sin más agarró firmemente mi miembro erecto con el capullo morado a punto de reventar y se la metió en la boca como si le fuera la vida en ello. Empezó a chupar rápidamente, sorbiendo con fuerza y rozando con su lengua mi glande una y otra vez….

- No puedo maaaas, me voy a correr, nenaaaaaaa, aaaaaaaaaha,,,

La sacudida que sentí desde lo más adentro de mis testículos fué brutal y empecé eyacular en su boca, mientras ella tragaba a la vez que gemía sin parar de frotar arriba y abajo la piel de mi verga.

Cuando ya no pude aguantar más el roce la aparté y ví cómo se incorporaba relamiendose los labios y diciéndome lo rica que estaba mi leche, poniéndome más excitado aún si cabe.

- Mi amor, te quiero, -le dije sin pensar en nada más, respondiéndome ella con su preciosa sonrisa-.

Seguimos durante unos 45 minutos y la luz de la reserva hizo aparición. Teníamos que buscar un área de servicio para repostar. Al poco vimos un cartel que anunciaba el sitio a unos 2 kilómetros y no dudé en dirigirme hacia allí sin apurar la gasolina.

Cleo ya se había compuesto, pero seguía como entró en el coche, sin ropa interior y sin la rebeca que había dejado en la parte trasera. Paré cerca de un surtidor y le dije que entrara ella mientras yo echaba gasolina a comprar bebidas y algo para picar por el camino. Al salir se dió cuenta de que una pareja que estaba repostando en el surtidor de al lado se percataron de que no llevaba ropa interior, pues al bajar del coche sin darse cuenta dejó ver parte de su entrepierna, cosa que chocó a ambos espectadores. Ella dirijó una rápida mirada a su pareja que por un momento se había quedado paralizado como tratando de pensar si había visto en realidad lo que había visto. Pero la mirada seria de ella le hizo desistir en seguir a Cleo por la pista y volvió a lo suyo, no sin antes levantar los ojos casi sin querer una vez más.

El que no le quitaba ojo de encima era el dependiente que esperaba a cobrar a los clientes siempre tras del mostrador y que por el cristal del establecimiento pudo comprobar cómo sus dos pechos se movían de lado a lado de la forma más natural. Se notaba que no llevaba sostén, sobre todo cuando para esquivar uno de los bordillos dió un par de saltitos que casi hace que se le saliera un pecho por la camiseta de tirantas escotada. Todo este movimiento hizo que sus pezones no pararan de rozar la camiseta y que la sobra que daba el techo de la gasolinera y el suave viento que soplaba por allí hizo que éstos se pusieran erectos, marcándose claramente dos botones en dicha prenda.

Cleo lo notó y no paraba de mirar hacia abajo para ver cómo se marcaban y cómo al contraerse la aureola, se ponian más negros y empezaban a transparentarse un poco. Ahora se sentía algo incómoda pero pensó que no era nada comparado con lo que había hecho hace un rato.

Se acercó a las neveras y al abrir una de ellas para sacar un par de cervezas, el aire tan frío que salío de allí le hizo sentir cómo su piel se tensaba y sus pezones se ponían aún más duros ante la atenta mirada del encargado que trataba de ver si dejaría escapar algo más de carne por su escote. Cleo no quería intimidarlo tan descaradamente. Esto era distinto a lo que pasó en el coche. Así que se hizo la despistada mirando cosas de la tienda y buscando mi mirada esperando que le dijera que ya podía pagar. De esa forma no estaría parada delante del encargado que la miraba cada vez con más lujuria más tiempo del necesario.

Cuando ya estaba terminando de repostar oí cómo se acercaba un coche por la calle de dos surtidores más atrás a la vez que estaba mirando a Cleo, que en ese momento cambió su cara por completo. Se quedó pálida. Noté una expresión extraña en su rostro y trataba de dirijir mi mirada con la suya. Me estaba haciendo gestos para que mirara detrás mía. Cuando me giré los ví. Era el golf rojo con los tres chavales dentro que aún no habían dado cuenta de mí ni de mi coche, quizás porque no lo asociaban a lo que realmente les interesó antes, que eran las preciosas curvas de Cleo y sus movimientos.

Ella se estaba poniendo nerviosa desde dentro pero el depósito aún no había terminado de llenarse cuando se bajaron dos de ellos y pasaron por mi lado sin darse cuenta. Mientras el otro hacía como yo, repostar su coche. Seguí mirando a los chavales que se acercaban a la tienda de la gasolinera. Uno era más bien alto, y el otro más bajo que yo. El que quedaba junto al coche era de mi misma estatura, pero todos eran algo más delgados. Parecían atléticos, o al menos hacían algo de deporte.

Vestían con polos y pantalones vaqueros pirata y uno de ellos con bermudas de playa. Cleo se acercó al mostrador para darles la espalda y que no la vieran pero a su vez puso sus pechos encañonando al encargado, que no supo más que mirarle las tetas y el escote mientras le preguntaba si le cobraba o esperaba a la gasolina.

El surtidor saltó y colgué la manguera y le hice señas de que pagara. Ella estaba nerviosa, no quería que la vieran allí dos tipos para los que se había desnudado apenas una hora antes de esa forma tan lasciva para calentarles. Pero eso mismo también hizo que se excitara ante la duda de cómo reaccionarían ellos y ella misma al verse. Notó como sus flujos comenzaban a resbalar levemente entre sus labios vaginales. Finalmente, uno de los chicos la vió de perfil y llamó la atención del otro, que mirando hacia afuera encadenó las piezas del puzzle coche, novio, putilla. Ambos se quedaron pasmados, cuando ella salió disparada hacia la puerta, mirando hacia abajo por el corte que le suponía el que la reconocieran en vivo. Pero ambos empezaron a sonreir y poner cara de salidos y oí como uno llegó a decirle un

- ¡¡Adios guapa!!, ¿ ya no te acuerdas de mí?

Y se echaron a reir. Entonces comenzó a caminar más rápido hasta el coche lo que hacía que sus tetas aún se movieran más revoltosamente y también atrajo la atención del conductor que ya había conectado con sus colegas y conocía de la existencia de la chica del orgasmo en carretera.

Nos metimos en el coche y Cleo me dijo que arrancase y que nos fuéramos, pero se encontraba algo extraña, confusa, con la respiración entre cortada y medio risueña.

- ¿Qué te pasa? me estás asustando. ¿Es por estos chicos?. No pasa nada, lo hecho hecho está y te lo pasaste bien. ¿Qué más te da lo que piensen ahora? ¿Qué te importa que hayan visto a pie de calle?

- Tienes razón, pero ha sido raro. Estoy nerviosa por lo que ha ocurrido, y encima ese encargado mirandome en plan baboso.

- Te noto alterada pero excitada. Por cierto, me debes un buen polvo niña.

Al decir esto, pareció que hubiera desatado el cajón de pandora. Se avalanzó sobre mí como una gata en celo. Estaba excitadísima y muy cachonda con la situación, pero no había sabido expresarlo bien. Ni ella mísma sabía qué había sentido en el momento de cruzárselos, pero ahora ya sí. Había experimentado el sumun del exhibicionismo. Tras mostrarse toda ella, luego había podido pasar airadamente por al lado de sus espectadores sabiendo que aún seguían cachondos y eso le ponía mucho. Pero claro, no habían pasado más que unos metros de la gasolinera cuando se me tiró encima y eso lo pudieron ver bien todos. Yo traté de seguir adelante pero viendo que no iba a parar, seguí conduciendo muy despacio para aparcar en la zona de descanso de detrás, junto al almacén del restarurante, el parking más retirado.

Entonces, sin apagar el motor para que funcionara el aire acondicionado, nos pasamos a la parte de atrás y reclinamos todos los asientos, conviritiendo el coche casi en una cama con ruedas. Empezamos a abrazarnos y a besarnos frenéticamente comiéndonos literalmente y arrancándonos la ropa quedándonos completamente desnudos los dos. Dándome un empujón, me tumbó y abriendo sus piernas se sentó encima mía dejando que clavara mi poya dentro de su coño, desapareciendo esta dentro mientras ella exhalaba su primer gemido con los ojos cerrados y con la cabeza hacia atrás. Empezó a menear sus caderas primero en círculos para ir dilatando más aún sus paredes para luego empezar a botar encima mía. No parábamos de gemir los dos deseosos de darnos placer mutamente, ansiosos por corrernos, y con las caras desencajadas de puro vicio. Sólo pensábamos en tener sexo salvaje en ese momento. Yo trataba de que ella notara toda la extensión de mi miembro dentro de ella, mi pene caliente dentro de su cueva rozando cada una de sus terminaciones nerviosas que harían que se retorciera de placer notando tal verga atravesándola, mientras le tocaba, acariciaba y golpeaba los pechos según me apetecía. Seguía subida encima mía con ganas ambos de corrernos cuando de repente noto que ella se queda paralizada. Su cuerpo tenía contracciones, como si de calambres se trataran y a la vez que le venía un orgasmo bestial, un sonido desgarrador de su garganta me decía

- Están ahí, están mirándonos amor…

Mientras seguía jadeando. En el momento de ir a correrse los vió aparecer y todo mezclado, los nervios, la excitación, la sensación de que la estaban mirando y demás hizo que tuviera el mayor orgasmo que haya podido ver en ella.

Yo no podía ver nada porque estaba tumbado y le iba preguntando, dónde estaban, y qué hacian y ella me lo iba narrando al tiempo que seguía moviéndose encima mía. Yo la miraba a ella y ella no les quitaba el ojo de encima a ninguno.

- Dime qué hacen.

- Nos han seguido parece, han pasado por detrás nuestra cuando me han visto completamente encima tuya por la luneta trasera y ahora están aparcado al lado, a una distancia de dos coches.

- Olvídate, sigue follando como lo estás haciendo amor.

Yo trataba de aguantar todo lo que podía para que ella disfrutase aún más de este momento aunque el hecho de que se pusieran allí también me hacía pensar en las posibles consecuencias y me mantenía alerta.

- Están mirando por las ventanillas. No paran de mirarme, estoy muy cachonda cariño.

- Sigue así mi vida, gózalo, disfrútalo. Tócate las tetas, lleva las mías a tus pezones.

A continuación y sin quitarles ojo, tomó mi mano y cogiendo dos de mis dedos, se los metió en la boca y empezó a chupármelos. Agachó bien la cabeza para no darse con el techo del coche y no paraba de moverse, chuparme, tocarse los pechos y jadear.

- Siguen ahí?

- Si mi amor, quiero que me vean.

Decía con una voz casi de niña chica caprichosa a punto de sollozar, provocado por la mezcla de tensión, placer, morbo, etc. -¿No te importa cariño?- Decía casi con voz de arrepentimiento.

- No mi vida, si a tí te gusta y te pones cachonda follando conmigo, no me importa cariño. Lo primero eres tú amor mío.

Y eso le gustó aún más escucharlo, pues así no tuvo la sensación de estar haciendo algo malo. Y de la misma forma los siguió provocando con sus gestos y movimientos. Al haber aparcado casi junto a nosotros, nos habíamos quedado de lado, por lo que Cleo me movió para que me tumbara a lo largo del asiento trasero, y así poder ofrecerles un primer plano de sus tetas y de su raja cuando se montara encima mía, pero la sorprendí y aproveché para ponerme por detrás. La agarré rápidamente y empecé a metérsela con tanta fuerza que le arranqué un nuevo orgasmo que pudieron escuchar desde fuera. Estábamos follando como animales y en una de mis embestidas Cleo se quedó apoyada en el cristal, pero con mis movimientos, la postura era incómoda, pues la tenía atrapada contra la puerta.



Sin querer apoyó su mano en el pasamanos y empujó hacia abajo el botón de la ventanilla trasera, que bajó sin parar por el toque automático, mostrándola desnuda, al aire y con la cabeza y casi las tetas fuera del coche.

Ese fué otro momento de tensión para ella, pues se asustó al ver cómo los tres chavales se bajaron del coche con mucha determinación hacia nosotros, dos con sus pollas en las manos dentro del pantalón y el otro, el de las bermudas ya salía sin pudor con ella al aire a la vez que se la estaba meneando.

Cleo por miedo les hizo dar el alto con la mano, aunque apenas podía mirarlos del placer que estaba sientendo por mis arremetidas por detrás. Con voz jadeante les dijo que se quedaran ahí, que nos vieran desde ahí, prometiéndoles un espectáculo genial.

Ellos aceptaron y se quedaron a cierta distancia pero arrimados unos a otros para no perder detalle. Ella se incorporó y sacó la mitad de su cuerpo fuera del coche dejando ver cómo caían sus tetas dándoles el sol, mientras con una mano me llamaba la atención para que siguiera dándole desde esa posición. Yo lo intentaba pero en esa postura era complicado, aún así, lo hice y ella gemía más y más.

Los chavales estaban ya todos con las pollas fuera masturbándose sin parar y con cara de pensar que nunca más iban a tener una experiencia como esa. Un pibón follando delante de ellos de esa forma. Los tres chavales calzaban pollas de diferentes tamaños. Uno pequeña, otro como yo, pero algo más fina, y el alto y más corpulento, una algo más grande.

Cleo estaba mojadísima viendo como tres pollas se pajeaban mientras se recreaban sus miradas en su figura que no paraba de estremecerse y gemir.

De repente uno de ellos, el que la tenía más pequeña y estaba más nervioso dió un grito de placer y se corrió sotando su leche en dos veces y el resto en su mano y ella al ver esto empezó a gemir aún más fuerte. La había excitado sobremanera mientras seguía entrando y saliendo de mí. Por un momento, al estar tan súmamente caliente, cerró sus ojos mientras seguía jadeando y se agarró uno de sus pechos en actitud cariñosa hacia él.

Sin haberlo notado, uno de los chicos se había acercado con la emoción y estiraba su mano para acariciarle el otro pecho. Al sentirlo, en un primer momento no se dió cuenta, pero en seguida abrió los ojos entre gemidos y lo miró fijamente sin decir nada, sin más expresión que la del gusto que estaba teniendo en ese momento pero como quedándose inmóvil, y entonces el chico no aguantó la mirada y se retiró un poco. Cleo algo desconcertada se metió hacia dentro del coche, me tumbó de nuevo y se dispuso a metérsela de nuevo cuando le dije que no iba a aguantar más y me dijo que me esperara.

Sacó de repente una voz muy calmada y complaciente y les dijo por la ventanilla -acercaros si queréis ver una buena mamada-. Los chicos no dudaron en dar dos pasos más adelante y casi metiendo la cabeza dentro vieron como estaba yo tumbado con mi verga erecta, durísima a punto de explotar cuando ella empezaba a juguetear con mi capullo con sus labios y su lengua. Se la metió un par de veces en la boca y se la sacaba mojada de mis líquidos y su saliva que había dejado chorrear y se veía muy brillante. Levantaba los ojos y los miraba sonriendo como diciéndoles ”vosotros no tenéis esta suerte, no sabéis lo que es tener mis labios en vuestras pollas” Y volvía a bajar a chupármela. De repente se incorporó un poco y les dijo:

- Echaros para atrás, desde aquí no os veo. Quiero veros las pollas y cómo os las cascáis-. Y así lo hicieron, se retiraron un poco pero como seguía sin ver, me hizo incorporarme un poco mientras me apoyaba en el techo del coche, ella se ponía de rodillas en medio y empezó a mamármela a lo bruto mientras de reojo les miraba masturbándose. A su vez, bajó una de sus manos para masturbarse el clítoris en un acto de control absoluto de todo lo que allí había.

Allí estaba yo viendo comos otros muchachos estaban deseosos de cogerla y hacerla suya. De repente y sin avisar no pude parar y me corrí brutalmente sobre la cara y boca de ella a la que cogí desprevenida, manchándola de mi leche por su mejilla nariz y labios y el resto entró a borbotones en su boca que había acercado rápidamente como para que no se desperdiciase nada.

Yo no podía más, estuve jadeando un buen rato y soltando leche que engullía como si no hubiera comido en tres meses, ansiosa de comer polla. Me la chupó entera recorriéndola con su lengua hasta no dejar nada de semen y a continuación hizo lo mismo con lo que tenía por su cara, recogiéndolo con un par de dedos y saboreándolo con cara de guarra a la vez que nos miraba a los tres.

Los chicos por un momento se había quedado parados pero de inmediato siguieron con sus pajas.

De nuevo me tumbó y se metió mi rabo aún duro por su raja para seguir excitándolos ya a ellos, puesto que nosotros estabamos más que satisfechos, o eso creía yo. Cleo no tiene límites y eso me preocupaba un poco.

Les dijo que se acercaran un poco a la puerta, y apoyó sus manos en ella, aún con la ventanilla bajada y sacando un poco su cabeza hacía que sus pezones casi tocaran el marco.

- Quiero ver como os corréis difrutando de mi cuerpo. Mirad cómo me follo a este cabrón, mirad cómo me follo a mi novio, ¿habéis visto que mamada?

En ese momento se estaba empezando a encender otra vez y a calentarse de nuevo y dejó de cabalgarme cambiando el movimiento por uno de vaivén alante y atrás, para rozarse fuértemente el clítoris sobre mi pubis manteniendo mi verga dentro.

- ¿Es que no os vais a correr?, ¿Voy a tener que ayudaros cabrones?

Y justo al decir esto me miró a ver qué decía yo, como buscando mi aprobación. Pero yo no dije nada. Su mirada tan ardiente de todas formas me hizo pensar que si le hubiese dicho que no, no habría sido suficiente para que ella no lo intentara. Solo dejé mi semblante serio pero sin juzgar nada. Dejaría que fuera ella la que decidiera, aunque lo que pensaba que iba a hacer no me gustaba nada. Sé que no iba a mamársela a ninguno por el miedo a enfermedades y demás, pero eso no quitaba que sí los fuera a masturbar. Si no, no entendía su ofrecimiento a ayudarles.

En ese momento uno de ellos, el más alto cogió una de sus manos apoyadas en la puerta y se la acercó a su miembro ayudándola a que se la cascara, pero se la meneó dos veces y no quiso seguir. Estaba demasiado cachonda para concentrarse en hacer nada a nadie que no fuera yo mismo. Así que les dijo que o se corrían ya o nos iríamos y se fué metiendo hacia dentro sin dejar de respirar entrecortadamente y cabalgándome de nuevo. Le dió al botón de la ventanilla y la subió hasta arriba.

Los chicos al ver esto se pusieron nerviosos pensando que nos íbamos a ir y casi al unísono, empezaron a correrse y desparramar su leche sobre la ventanilla, al tiempo que Cleo, con más lujuria que deseo actuaba desde dentro lamiendo el cristal como si se estuviera tragando su leche y besando sus pollas. Eso ya les hizo enloquecer. Jadeaban y se reían mientras el tercero les miraba desde el coche avergonzado y arrepentido de no haber podido contemplar más.

Los chicos sólo sabían decir cosas como, ”buff, qué pasada…. vaya pava….qué buena que estaaaas!!!, ha sido brutal colega!!”.

Ella se sonrió y se incorporó.

Nos levantamos y todos empezamos a vestirnos y recomponernos. Todos estábamos muy satisfechos, pero sobre todo Cleo que rebosaba felicidad. Dí marcha atrás y aceleré para no entrentenernos más allí, y al pasar por su lado les pité como cuando pasas al lado de alguien que no ves hace tiempo por la calle. Ella bajó su ventanilla y les dijo:

- Adiós chicos, ¡espero que os haya gustado!

Y les lanzó un guiño seguido de un beso, para dejarlos ya impactados de por vida, y ellos le gritaban -¡¡adiós guapa, maciza!!- en un estado de euforia al menos para dos de ellos.

Al subir el cristal se giró hacia mí y me dijo:

- ¿Te ha gustado o piensas que me he pasado?

- Nos ha gustado y no nos hemos pasado-, le respondi para que viera que la estaba apoyando y que éramos sólo uno.

- Dime tan sólo si has sentido algo hacia ellos en algún momento.

- NO, dijo apresuradamente, no mi amor, era sólo sexo contigo. Lo demás eran sólo elementos necesarios para mayor excitación mi vida.

-Te puedo decir una cosa Cleo.

-Claro, dime.

-Te quiero más que a nadie en el mundo.

Ella me miró y me dijo:

-Yo también mi amor. Nunca había querido a nadie así ni tampoco creía que pudiera vivir de esta forma con nadie. Gracias por estos ratos que compartimos.

Y seguimos nuestro viaje recordándo los distintos instantes y contándonos lo que habíamos sentido visto o escuchado cada uno en su versión, poniéndonos aún más calientes, por lo que al llegar al hotel nos fundimos de nuevo en uno sólo haciendo el amor como nunca.