Hola todos



Os doy la bienvenida a este nuevo blog, que sólo pretende ofrecer relatos de calidad a los lectores y alguna que otra cosa que irá surgiendo.



Espero que lo disfruteis, y agradezo de antemano a todos vuestros comentarios y participación. Saludos



3 de abril de 2012

Mi tía

Quiero empezar mis relatos viajando hasta los orígenes, hasta mis primeros pasos en el deseo y mis primeros conocimientos de la fuerza que tiene el deseo y del placer que podemos lograr atreviéndonos a colmarlo.

Hasta los 20 años, pasaba todos los veranos en una casa grande en la montaña donde habitábamos mi familia y la de mis tíos. La casa se había reformado para dividirla en dos viviendas, pero se compartían varias cosas y se había conservado una puerta interior para pasar de una vivienda a otra sin salir a la calle. Además mis tíos habitaban fuera del país y sólo venían unas semanas de verano, con lo cual eran muchas las cosas que no funcionaban o que faltaban en su casa y que pasaban a la nuestra para solventarlas.

Una tarde del mes de julio, me quedé solo en casa después de comer. Mis padres habían ido a la ciudad a hacer compras y mi hermano estaba en un campamento de verano. Encendí la tele y estuve viendo el Tour de Francia, hasta que como solía ser habitual me quedé medio dormido en el sofá. Sueño que continuó hasta que me despertó mi vejiga. Así que me levanté medio somnoliento y me dirigí al baño sin percatarme de que salía luz por debajo de la puerta. Al abrir la puerta me sobresalté al ver que mi tía estaba desnuda dentro de la bañera. Rápidamente solté un “perdón” y cerré la puerta casi sin observarla. Aunque no me hacía falta hacerlo. Mi tía que en aquel entonces tenía 42 años era una mujer espectacular. Por desgracia ya no está entre nosotros y cuando nos abandonó, rozando los 60 era todavía excitante y tremendamente sexual. Tenía un rostro bellísimo y un cuerpo perfecto, sinuoso con unas curvas rotundas. Una piel morena a juego con su melena y sus ojos y un gusto exquisito a la hora de vestir que la hacía una de las mujeres más bellas que he conocido jamás. Durante el invierno cuando no visitaban la casa, solía entrar en su vivienda y en su habitación y husmear su ropa interior, sus sandalias de tacón que dejaba allí para el próximo verano, sus bikinis…

Pero en aquel momento no pensaba en eso. Estaba asustado. Tenía miedo de haberla ofendido, que me dejara de querer como su sobrino favorito, como me llamaba ella. Así que volví al sofá y me quedé allí inmóvil. Pero a pesar del miedo, no pude evitar tener una erección terrible, adolescente, de las que parecen querer reventar la ropa interior. Me puse un cojín para intentar disimularla y lo apreté hacia mí, pero no conseguí aliviarla. Y en aquel momento me sentía mal como para esconderme y masturbarme pensando en mi tía, pensando que quizá ella estuviera ofendida.

Al cabo de un rato apareció ella en el salón llevando solo una toalla atada, diminuta para su cuerpo, de forma que estaba demasiado abajo para no mostrar su canalillo y demasiado arriba para evitar mostrar sus muslos y el nacimiento de su culo. Se sentó al otro lado del sofá y me dijo que no me preocupara, que era normal que pasaran esas cosas al vivir en la misma casa y que la culpa fue suya por no avisarme que se iba a bañar en mi baño porque se había estropeado su ducha. Me dijo que estuviera tranquilo, que no pasaba nada y que si no me importaba se iba a quedar conmigo viendo la tele mientras se pintaba las uñas de los pies. Eso hizo que mi erección aumentara más aún, me excitaba como llevaba siempre de pintadas sus uñas, las sandalias de tacones imposibles con las que andaba y sus piernas perfectas. Al estirarse para pintárselas, podía ver el pelo de su sexo (todavía no era la época de las ingles brasileñas) y como asomaba un pezón por encima de la toalla. Ella se dio cuenta de que me distraía y me dijo que si quería mejorar mi pulso entrenándome pintando las uñas de sus pies. Yo en aquel momento ya había perdido la capacidad de hablar así que no dije nada, cogí el esmalte y empecé a tocar esos pies que tanto me excitaban. Cuando terminé, me dijo que soplara sus uñas, para que secara rápido, mientras soplaba, tenía enfrente su coño, que podía ver totalmente. En el momento que le dije que creía que ya estaban secas, metió los dedos de sus pies en mi boca y me dijo que los chupara lentamente, que se los lamiera enteros, que metiera mi lengua entre cada uno de sus dedos. Yo no podía estar más excitado e hice lo que me dijo. Cuando había lamido y chupado los dos, se vino hacia a mí y me bajo de un tirón mi pantalón corto y mis calzoncillos, cogió el body milk que había usado en la ducha y lo dejó escurrir por encima de mi polla, después se retiró hacia atrás y cerró sus dos pies sobre ella, al tiempo que empezaba a hacerme una paja con ellos. No me podía creer que mi tía estuviera haciéndome eso, nunca había estado tan excitado, viendo mi polla entre esos dos pies perfectos, con las uñas recién esmaltadas de rojo. Me cambia el ritmo, a veces fuerte, otras más suaves, veces terminando con un masaje en forma de círculo con el dedo gordo en mi capullo. Tiró la toalla, y pude por fin ver toda la plenitud de su cuerpo. Sus tetas, talla 100 por lo que había espiado en su dormitorio, ligeramente caídas, con unos pezones negros, inmensos, hinchados. Su cuerpo con un moreno integral, obtenido en la intimidad de su terraza, y su coño, en el que ya se adivinaba entre el pelo lo hinchados que estaban labios y clítoris y lo mojados que empezaban a estar los pelos más próximos. Ella continuó masturbándome a conciencia, con energía, moviendo todo su cuerpo al hacerlo, especialmente esas tetas rotundas que tantas veces había soñado ver a escondidas y que ahora las tenía para mí. Durante mi adolescencia era habitual en mi tener orgasmos sin eyacular, hasta tres explosiones tuve mientras mi tía me pajeaba con sus pies. A la tercera me dijo que tendría que emplearse a fondo, así que me la soltó y se acercó con su boca. Empezó lamiéndome las ingles, los huevos suavemente, hasta que llegó a la polla. Primero por su base, cogiéndola en sus labios. Después ascendiendo con la lengua, dibujando con la punta por encima de las venas y llegando al capullo, donde volvía a cerrar la boca, y después de mamarlo solo a él, de un tirón se la metía toda en la boca y empezaba a follarla con su boca hasta que no podía respirar más y le salía toda la saliva por la comisura de sus labios. Se movía con rapidez y yo sentía como sus tetas golpeaban mis rodillas. Yo estaba ansioso por comer todo su cuerpo, pero ella no soltaba mi polla. Ni siquiera cuando paraba a coger aire, en esos momentos seguía con la mano. Volví a tener un orgasmo sin eyaculación dentro de su boca, estaba tan excitado que no sé cómo podía entrar toda dentro, pero el caso es que estaba. Ella siguió sin inmutarse, comiéndola más rápido aún, concentrándose en el capullo, succionándolo con sus labios mientras con la mano meneaba el resto. Al fin su trabajo tuvo recompensa y empecé a notar como mi polla se llenaba de semen (Era una de mis primeras eyaculaciones, la primera había sido unos meses atrás mientras me hacía mi primera paja viendo a Isabel Gemio en el 3x4). Le avisé y le dije tía Tere que me viene, que ahora sí que es en serio, ella me la agarró con las manos se levantó ligeramente y me corrí en sus tetas, que empezó a masajear como si fuera un crema hidratante especial para reafirmar los senos.



Cuando me volvió la respiración me dijo que tendría ganas de descubrir como era el cuerpo de una mujer y que allí tenía el suyo, que lo explorase entero, pero con una condición que todo lo que explorase lo lamiese con mi lengua. Como es natural, lo que más me llamaba la atención era el coño, nunca había visto uno, pero me recomendó dejar el premio para el final. Así que empecé a besarla, a saborear sus labios, a mamar su cuello y mordisquear sus orejas. Descubrí que gemía de placer al hacerlo y comprendí que sería una zona sensible para una mujer. Bajé por la espalda, la lamí entera y la tumbe boca abajo en la cama, así tenía más cómodo gozar de su culo. Tenía un culo perfecto, duro, pero de tamaño considerable. El primer culo maduro que en el que años después descubrí un tanga. Empecé a lamerlo, pero no me era suficiente, así que lo mordí. Deseaba conocer cada rincón, así que separé el culo y descubrí su ano. Nunca había visto uno, el esfínter cerrado, arrugado pero con algo que me invitaba a lamerlo y así hice, lamerlo hasta que lo llene de mi saliva y lo penetré con un dedo. Después de dilatarlo volví a lamerlo y a meter mi lengua en el culo de mi tía Tere. Pero eran tanta las cosas a explorar así que seguí bajando por sus muslos contemplando lo perfectas que eran sus piernas. Al llegar a los talones, ella se incorporó y yo me fui directo a sus tetas. No sabía cual atender si la derecha o la izquierda. Las mordisqueaba, las sobaba, metía un pezón entre mis labios y los succionaba, después con el bien humedecido lo frotaba con mis dedos y volvía a la otra teta a comerla y lamerla entera. Estaba realmente hambriento de tetas, solo había tocado unas por encima del sujetador a mi compañera de pupitre. Mi tía viendo que no me iba a sacar de allí, empujó con dulzura mi cabeza hacia abajo para presentarme su coño. Al que sin duda quería dar un antojo y ese antojo era yo. Yo no sabía muy bien qué hacer, así que empecé a lamer la almeja sin más. Ella me dijo que intentara meter la lengua hasta el fondo y que al cerrar la boca agarrara su “garbancito” en mis labios y lo succionara y así empecé a hacer y comprobé como mi tía empezaba a estremecerse, a gritar que no parara que siguiera que quería que me follase su coño. Con mi curiosidad jugaba con los dedos también los metía dentro, recorría los labios, se los metía por el culo… todo era nuevo y llamativo para mí. Después de llegar a dos orgasmos y de tener la cara ya irritada de tanto lamer y de todos los flujos que su coño echaba, me dio un empujón y me dijo que me tumbara boca arriba. A pesar de la eyaculación, por aquel entonces ya volvía a tener la polla como una estaca, y esa estaca estando yo boca arriba fue la que se clavo ella en su coño. Se puso en cuclillas, sin tocarme, para podérsela meter hasta el fondo y empezó a saltar sobre ella a una velocidad endiablada, yo veía como botaban sus tetas, como ella se frotaba su coño a la vez que se la metía pero no podía llegar a tocarla. Cuando ya sus piernas no aguantaron más, las echo hacia atrás y se tumbó sobre mí y me pidió que si sacársela la levantara y la sentara en la mesa de comedor. Y así hice, me la follé sobre la mesa, con una mano en su cintura para traerla más hacia mí y con la otra sobando sus tetas. Mientras ella se frotaba el clítoris, me daba azotes o me pellizcaba el culo. Cuando estábamos los dos a punto de la explosión le avisé. Dije tía Tere yo no entiendo mucho de esto pero podrías quedarte embarazada creo y me dijo que no me preocupara, que tomaba la píldora, que no dejara de follarla y que la llevara en brazos con la polla dentro de su coño hasta la cocina. Así hice, yo por aquel entonces pesaba ya 85 kilos y media 190 y mi tía era menuda (siempre que estuviera bajada de sus tacones y teniendo en cuenta que las tetas son ligeras porque no tienen hueso). Llegamos a la cocina y seguimos follando contra la pared, ella se retorcía estiraba sus piernas, me acariciaba las mías con sus pies, hasta qe me dijo que ya no aguantaba más que la sujetara firme porque iba a explotar. Al correrse me clavó sus uñas en la espalda, y me mordió mi hombro yo estallé con un gemido un grito de placer salido de lo más profundo de mi, notaba mi polla dentro de su coño caliente, húmeda rodeada de mi semen y sus flujos, notaba hasta como palpitaba su vagina. Me dijo que no la sacara, se dio la vuelta y cogió el cucharón de la sopa, cuando lo tuvo me dijo, ya puedes… la saqué y se puso el cucharon en el agujero de su coño por que comenzó a salir mi semen mezclado con sus flujos. Cuando dejó de gotear se lo llevó a la boca y se lo bebió enterito, saboreándolo. Cogió un cigarrillo, lo encendió y me dijo… ya eres suficiente hombre para compartir un pitillo con tu tía del alma.